El Paracaidas - N°3 2014 - page 36

Marilyn, que ya había comentado con sus compañeros de
trabajo lo ridículo de los exámenes que tendrían que realizar-
se, preguntó en el Compin las razones y le dijeron que “no se
han actualizado”. La tuberculosis y la sífilis son enfermedades
de baja ocurrencia y fácilmente sanables en la actualidad, sólo
que a mediados del siglo pasado constituían problemas para
la productividad de la fuerza laboral en el país y eran parte de
la Ley de Medicina Preventiva N° 6.174 de 1938.
Pero Marilyn no consultó sólo eso. “Le pregunté a la persona
dónde me hacía los exámenes y me dijo que como no te-
nían la capacidad como sistema, que me los hiciera según mi
situación de salud. Como no tenía previsión, todo me salió
alrededor de 60 mil pesos”.
Finalmente, a Marilyn no le quedó otra que ir a tomarse los
exámenes: la cola al borde de la camilla, los tobillos sobre los
amplios brazos metálicos; entra el espéculo, se toma la mues-
tra. Brazo estirado sobre la mesa, elástico en la parte superior
y mano empuñada; se asoma la vena, entra la aguja y saca la
sangre. Bata amarrada al torso, mantener la respiración y to-
mar la imagen: papanicolau, VDRL y Radiografía de Tórax.
UN TRÁMITE
Los funcionarios públicos cuentan experiencias muy diferen-
tes sobre este proceso: unos sólo han asistido a la cita con el
médico contralor del Compin y tras completar una encuesta
han recibido su certificado. Algunos han llevado sólo un par
de los exámenes necesarios y han sido aprobados y otros, a
pesar de ser menores de 40 años, han debido hacerse todos
los exámenes de la lista.
El sistema, entonces, no es igual para todos, incluso para los
que postulan a un mismo cargo o a puestos similares, los que
generalmente son de escritorio.
Es casi una cuestión de suerte.
El informe “Salud compatible con el cargo: inconstitucio-
nalidad de los exámenes médicos exigidos para ingresar a
la administración”, realizado por el Centro de Regulación
y Competencia, RegCom, de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, cuestiona que no sean públicas las
razones por las que la salud de alguna persona pueda con-
siderase incompatible ni tampoco la lista de los exámenes
requeridos. Por eso la variedad de experiencias, porque no es
transparente y porque no existen protocolos ni información
explícita a la cual acogerse.
Tanto el procedimiento como la imposición de exámenes
invasivos, explica el informe, “implican una seria vulneración
a los derechos de las personas que postulan a la Adminis-
tración del Estado”. Entre estos “el derecho a la integridad,
vida privada y libertad personal y, muy en particular, el dere-
cho de las mujeres a no ser discriminadas arbitrariamente”.
Esto, dada la intimidad que implica el papanicolau, “lo que
permite obtener información de aspectos muy sensibles de
la vida privada de las mujeres como es su conducta sexual
o incluso patologías relacionadas con aspectos sicológicos
como el vaginismo”.
Marilyn cuenta que, cuando era obligatorio que el proceso se
realizara en el sistema público, algunas de sus compañeras te-
nían que acudir a un hospital donde “se sentían súper vulne-
rabas porque el mecanismo era más hostil: tú llegabas a una
sala ubicada en un subterráneo y tenías que hacerte los pro-
cedimientos con una persona que no conocías”. Este aspecto,
como opina Paula, otra funcionaria pública, fue modificado
en el gobierno de Sebastián Piñera, cuando “otro tipo de per-
sonas” ingresaron a trabajar al Estado, por lo que se permitió
que los exámenes pudieran hacerse de manera particular, en
la comodidad de la clínica privada, con el ginecólogo regalón.
Los exámenes médicos dice, Marilyn y lo ratifica el informe
de RegCom, “suponen el acceso obligatorio de un extraño a
los ámbitos más íntimos de las personas”.
Todo esto para que, llegada la hora de cita con el médico
contralor en el Compin, el asunto se reduzca a una mirada a
los exámenes impresos y una encuesta. “Lo único que hace el
médico es mirar que las pruebas estén y una encuesta donde
te va preguntando cosas sobre tu salud: si bebes alcohol, si
fumas. No te toman la presión, no te miden ni pesan, pero te
preguntan esa información y tú puedes decir cualquier cosa,
puedes inventar. Esto pasa en una oficina administrativa, no
es una consulta médica. En mi caso fue muy rápido, en ver-
dad es un trámite”, cuenta Marilyn.
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El Paracaídas / Nº 3 noviembre 2014
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