

“La participación política
es obvia
y está en todos los
acuerdos de paz, pues para
dejar las armas y entrar a
la vida pública se requieren
ciertas condiciones. Es la
transición de un grupo armado
a un grupo político”.
“El ex presidente Álvaro
Uribe es hábil,
convincente,
con una capacidad de trabajo
de 14 horas diarias. Es el
líder más activo de la derecha
en el continente”.
en el cielo ni en el infierno. La negociación política da como resultado
acuerdos enmendados. Se pueden lograr los mismos consensos, pero con
algunas enmiendas que respondan a las posiciones del sector del No que
quería la paz con condiciones. Para eso se requiere de una mayoría amplia
en el Parlamento.
¿Es viable esa opción?
Es difícil, porque el No tiene un vocero central: el ex presidente Uribe. A
través de su liderazgo se realizaron muchas impugnaciones durante los cuatro
años de negociación. Parecía más contrario a los acuerdos que alguien que
estuviera por la paz. De todos modos, es un tema estrictamente político y de
competencia de los colombianos, donde nadie más puede intervenir.
En ese contexto, ¿tiene algún valor político el otorgamiento del Premio
Nobel de la Paz al Presidente Juan Manuel Santos?
Tiene un valor simbólico, ya que no ha existido en la historia un acuerdo
de paz que cuente con tanto apoyo internacional.
Contó con apoyo internacional, pero en las zonas urbanas de Colombia
ganó el No.
En las zonas donde hubo enfrentamientos, hubo respaldos hasta de un
96%, pero son lugares menos poblados. La guerra se fue apartando de las
grandes ciudades. Eso explica cómo los colombianos sienten hoy la guerra.
¿Hay menos empatía en las grandes ciudades?
Claro. El sector urbano está mucho menos sensibilizado con el tema.
Esto se puede explicar por la distancia y por la sensación de menor riesgo. La
guerrilla ya no tiene presencia en las grandes urbes.
En estas zonas también se movilizan los intereses más tradicionales de la
política latinoamericana.
Al igual que en Chile, en Colombia hay dos grupos activos: los que están
en organizaciones sociales y corresponden a un campo social y político pro-
gresista; y los grupos más conservadores, que tienen un sentido de clase muy
fuerte y que votan igual que acá.
¿Ese sector pudo haber sido más activo en la campaña?
Uribe es un político de derecha y, como tal, tiene una alta influencia sobre
las minorías económicas más prosperas y los grupos empresariales. La elite es
muy activa electoralmente.
¿Los medios de comunicación jugaron también un rol en esa línea?
Varias cadenas de televisión estuvieron a favor del No. La gran prensa
estuvo por el No. Las redes sociales, radios y otros medios de comunicación
regionales apoyaron al Sí. De este modo, la ventaja del No en la televisión y
en los grandes diarios se compensaba con esta movilización social.
En términos políticos, ¿cuál es el aspecto más importante a tener en
cuenta para el futuro?
Es todo muy impredecible y el resultado final lo deben decidir los propios
colombianos. Pero como observador, hay que considerar que el ex presidente
Uribe es el mayor líder de la derecha en América Latina. Es hábil, convincen-
te, con una capacidad de trabajo de 14 horas diarias. Es el líder más activo de
la derecha en el continente.
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P.P. / Nº3 2016