Table of Contents Table of Contents
Previous Page  11 / 54 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 11 / 54 Next Page
Page Background

11

Introducción

Aislada como ningún otro territorio del mundo, esta pequeña y multifacética isla chilena

concentra un compendio de la historia del hombre en el Universo.

A pesar de los abundantes vestigios de su prehistoria y de su diversificada cultura milenaria

permanece, en gran medida, como un enigma insoluble para la investigación humana.

De su cultura pasada han permanecido hasta nuestros tiempos, fuertes expresiones de

arte, religión, magia, arquitectura, literatura, escultura, pintura, lenguaje, política, ritos,

leyendas, relatos, música, organización, ingeniería, estructuras sociales, costumbres,

agricultura, pesca, navegación, astronomía, deportes, sueños, guerras, canibalismo, etc. Los

restos de tan valiosa cultura han naufragado en las playas de nuestro actual conocimiento.

Por años, y sin gran éxito, se ha buscado cómo abordar el desarrollo de dicha isla. Es como

mágica, como tabú. Sabemosqueal tocarla siempre sedestruyealgode sus reliquias. Sabemos

que al no tocarla se pierde el aprovechamiento de dichas reliquias para el conocimiento de

los hombres y se esquiva la responsabilidad de promover el desarrollo de una nueva etapa

de su cultura, como había venido sucediendo desde hace dos milenios.

En la actualidad [1982] nos encontramos con una realidad de contrastes brutales. A pesar

de la notoria preocupación que Chile ha otorgado al desarrollo de la Isla de Pascua, de

las relativamente importantes inversiones que allí se han hecho, de los equipamientos

múltiples que allí se han instalado y de los reales esfuerzos de gestión que allí se han

realizado en los últimos 25 años [1957-1982], no podemos menos que estar decepcionados e

insatisfechos de los resultados de conjunto, de la decadencia cultural que esta isla presenta

como asentamiento humano, y de la poca claridad de su destino y desarrollo.

Las políticas demográficas, agrícolas, ganaderas, urbanas, de parcelación y de uso del suelo,

han sido, amenudo, contradictorias y, en general, bastante tímidas y discontinuas. Las obras

públicas han sido lentas y poco adaptadas al medio. La política de asentamiento humano ha

sido insegura y de corto plazo. La definición urbana-arquitectónica no ha sido lograda en

ningún aspecto. La organización social es indefinida. La educación es experimental y no se

orienta claramente a los objetivos auténticos del desarrollo isleño. La riqueza arqueológica

no se resguarda debidamente y está en franco deterioro. Las políticas de comunicación,

turismo, transporte, pesca, etc., son discontinuas, no implementadas adecuadamente, y sin

perspectivas reales a largo, ni mediano plazo.

En todos estos aspectos los diversos gobiernos y sus representantes a todo nivel han hecho

grandes esfuerzos con los más sanos y nobles propósitos, independientemente de la validez

y certeza de los resultados.

Pero, hoy, la población no se ve orientada, el turismo es un mito, la agricultura es

imperceptible, la pesca es un potencial, la arqueología está ofendida y depredada, la erosión

prospera, la emigración sigue disminuyendo el recurso humano original, la inversión de

recursos no tiene factor multiplicador, muchos funcionarios del continente siguen gozando

de una vida suave y natural sin involucrarse demasiado en un ambiente que les es ajeno.

El problema radica, aparentemente, en que por su variada riqueza cultural, el desarrollo de

la Isla de Pascua no debe abordarse sectorialmente, ni menos ser solamente administrado

con eficiencia por una autoridad unipersonal.