Oriente medio : una eterna encrucijada - page 106

Gilberto Aranda y Luis Palma
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Guerra de 1967 (seis días)
El retrato de la figura de Nasser comenzó a ser exhibido profusamente
en los taxis y cafés desde Adén a Marruecos y, en sus discursos, el líder
egipcio intensificó los sentimientos de los grupos radicales en contra de
Occidente. La propaganda sumada al éxtasis que generó este hecho, llevó
a crear una imagen de Nasser como el nuevo Saladín que uniría a los
árabes y liberaría el territorio de los palestinos de la ocupación sionista.
Por otra parte, Siria que siempre se había presentado como el corazón y el
espíritu del nacionalismo árabe parecía como la aliada más natural del
nasserismo. El creciente poder del Partido Baath, que en 1952 se había
unido con el Partido Socialista de Akram Hourani, se presentaba como
una sólida fuerza política. El prestigio y la influencia que el Partido Baath
podría tener en el mundo árabe, era incomparable con la figura del presi-
dente Nasser, sin embargo tenía una gran ventaja sobre el nasserismo, no
estaba ligado a ninguna persona ni a ningún país en particular.
Los intentos de Estados Unidos y Gran Bretaña para establecer un fren-
te antinasserista incrementó la tensión y, a la vez, fomentó la influencia de
la Unión Soviética en la región. Los británicos deseaban que Siria se unie-
ra a Irak bajo la dinastía de los hachemitas. Washington también apoyó
esta idea y realizó serios esfuerzos para que esta iniciativa se materializara.
No obstante, la mayoría de los sirios, incluyendo a los miembros del parti-
do Baath, no tenían la intención de pasar a formar parte de una zona de
influencia soviética, como tampoco aceptaban la Doctrina Eisenhower. El
Partido Baath, que tenía mayoría de miembros en el gabinete sirio, acudió
a Nasser solicitándole formar una unión entre Siria y Egipto. Nasser aceptó
de inmediato la idea y, en febrero de 1958, se formó la República Árabe
Unida (RAU), la cual también incluyó a Yemen (del norte).
La unión de los dos países nacionalistas más radicales del Oriente
Medio –Siria y Egipto– provocó una rápida reacción, las dos monarquías
hachemitas, la jordana y la iraquí formaron una federación con la intención
de protegerse ante la fuerte corriente republicana que generaba el nasserismo.
En julio de ese año, en Irak Nuri al-Said fue depuesto por un sangriento
golpe de Estado, siendo reemplazado por el Brigadier General Abdel Karim
Kassem. En esta acción, el rey Feisal II también fue ejecutado, con estos
hechos se incrementó la inestabilidad en la región. Estados Unidos desem-
barcó «marines» en El Líbano para apoyar al presidente Chamoun y los
británicos enviaron tropas a Jordania para proteger al rey Hussein.
Uno de los primeros problemas que se presentaron en la
RAU
fue el de
liderazgo, Nasser no estaba dispuesto a compartir el poder con los miem-
bros del Partido Baath. En septiembre de 1961, algunos oficiales sirios,
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