EXPEDICIN
DEL
JENERAL
FLORES
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sario
que
no
los
miren
como
Una
masa
inerte,
dispuesta
a re
cibir
todas las
impresiones
ele la
fuerza,
sino
como
una
materia
ejue tiene
ya formas
indelebles
i
una
vitalidad
propia.
La
mo
narqua
en
esta
parte
del mundo
no
podra
ser
sino
un
gobierno
ele
conquista,
una
dominacin de
extranjeros,
costosa
a
sus
fautores,
odiosa
a
los
pueblos,
ruinosa
a
todos
los
intereses
europieos
i
americanos que
incorpiorados
ya
en
nuestra
sociedad
actual,
la
penetran
i
vivifican; instable,
sobre
todo,
i
efmera.
En el estado
presente
del
mundo,
intereses
piuramente
dinsti
cos
serian
impotentes
para
darle
apoyo
i
consistencia;
i
los
in
tereses
nacionales ele
la
Inglaterra,
la Francia
i
la
Espaa
perderan
infaliblemente
en
ella.
Algunos
creen
que
los
gabi
netes
poderosos
de
Europa
miran
la
monarejua
como
el solo
medio ele
oponer
una
barrera
a
la
creciente
prosperidad
de
los
Estados
Unidos,
que camina
a
graneles
pasos
a
la
dominacin
exclusiva
del
hemisferio
occidental.
Pero,
si
fuese
real
ese
peli
gro,
dos
o
tres
monarquas
como
las
que hemos
descrito
podrian
atajar
esa
marcha?
Ellas
no
haran
mas
que dar
so
lemnidad
a
la
lucha sorda de
los
dos
principios
epue
se
disputan
hoi
el
imperio,
no
de
la
Amrica,
sino
del mundo. La
pioca
piresente
es
crtica. La
expedicin
de Flores
no
puede
ser
sino
un
incidente
insignificante,
un
epiisodio burlesco,
en
el
gran
drama;
i
los
hombres
que
dirijen
los
destinos
ele
Europa
se
engaaran
torpemente,
si
pudiesen
ver un
aliado
digno
de
ellos
en
una
tropa
de
aventureros.
Cada
dia recibe
nuestro
gobierno
nuevos
testimonios de
la
unanimidad
de los
americanos
en
la
cuestin
presente;
en
las
comunicaciones
do
las
repiblicas
hermanas,
se
ve
exaltarse
pior
grados
este
ardor
jeneroso;
las
que
acaban
de
llegar
del
gobier
no
de
Buenos
Aires
son
particularmente
expresivas.
En
mecho
de
un
conflicto de
tanta
magnitud,
como
en
el que
se
ha visto
empeado
hasta
ahora,
ha
sido vivamente
excitado por la invi
tacin
cpue desde
los
primeros
momentos
le
hizo el
nuestro.
El
presidente
de Chile
(dice
el ministro
de
relaciones
ex
teriores
de
aquel
estado)
hace
la
debida
justicia
a
S. E.
el
gobernador
de
Buenos
Aires,
persuadindose
a
cjue
no
mirar
con
indiferencia
un
acontecimiento
tan
grave,
i
de
importancia
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