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El caso Balmis
En noviembre de 1803 zarpó del
puerto de La Coruña, España, la
corbeta
María Pita
en una misión
que merece mayor atención por
parte de historiadores y bioeticistas
de la que hasta ahora ha recibido.
La expedición, aprobada y apoya-
da por el rey Carlos IV –el del in-
mortal cuadro de Goya–, tenía por
finalidad difundir la vacunación
contra la viruela, iniciada algunos
años antes por Edward Jenner, a las
posesiones americanas de la corona
española. La dirigió, durante casi
tres años, el doctor Francisco Xa-
vier de Balmis y Berenguer quien,
con un grupo de ayudantes, reco-
rrió Canarias, Puerto Rico, Cara-
cas, La Habana, Nueva España, el
Perú, Buenos Aires y otras posesio-
nes españolas difundiendo la prác-
tica de la vacunación antivariólica,
venciendo grandes dificultades y
arrostrando reales peligros.
Esa larga expedición posee varios
atributos dignos de recuerdo. Era
la época en que el nuevo procedi-
miento aún no ganaba universal
confianza. Como toda innovación,
chocaba contra el escepticismo de
los sabios y contra la resistencia de
quienes pensaban que tal suerte de
intervención podía ser contraria a
los designios divinos. Lo que Jen-
ner había hecho era desarrollar y
llevar a sus últimas consecuencias
una idea surgida azarosamente tras
observar que las lecheras afectadas
por el
cow-pox
, la viruela bovina,
eran inmunes a la viruela humana.
Sólo los rudimentos de la teoría de
la inmunidad estaban presentes en
el procedimiento, el cual requirió
pruebas en diversos sujetos.
El otro rasgo relevante de la expe-
dición de Balmis se relaciona jus-
tamente con las pruebas necesarias
El “Caso Balmis” y la ética de la vacunación.
Una nota histórica*
*
JANO
(Barcelona) mayo 2003; LXIV
(1478): 66-67.
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