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en establecer normas nuevas que permitieran a las organizaciones sindicales
modernizarse y fortalecerse para hacer frente al creciente poder de los
empresarios. Esta situación hizo que USA trabajara en el siglo XXI con reglas de
los años 40 del siglo pasado. Se trata, dice Lieberman, de una estrategia pensada
para enriquecer a las grandes corporaciones y desproteger a la clase media.
En nuestro país, después de 20 años de Concertación, hay menos trabajadores
sindicalizados, menos negociación colectiva y un creciente desánimo se apodera
de los trabajadores. En tanto, varios de sus dirigentes, que dieron muestras de
gran madurez en el pasado, han privilegiado opciones personales, incrementando
la debilidad del movimiento laboral, sin promover ni aceptar cambios que logren
poner en marcha un nuevo movimiento más sólido, más propositivo y por ello
capaz de influir con mayor fuerza en las decisiones.
En USA, Lieberman señala que la sociedad americana se ha vuelto un juego
del que gana lleva todo, en un combate organizado, una batalla a muerte para
ganar influencias en el proceso legislativo. En Chile, la tendencia se repite.
Culturalmente, los nuevos líderes intelectuales y políticos se forman en USA, les
fascina sentirse como gringos, gringos ricos, claro, no como homeless. Imitan sus
barrios exclusivos y sus aficiones políticas y deportivas. Contratan a lobbystas de
todos los sectores y apoyan financieramente a candidatos que defenderán sus
intereses, usando éstos para ganar a asesores y expertos americanos para sus
campañas electorales, que con su estilo agresivo, intolerante y sin marco moral,
ayudan a empobrecer y desprestigiar los debates y las prácticas políticas.
En una columna de fines de agosto, uno de los principales lobbystas chilenos hacía
un análisis inteligente sobre el desplazamiento cultural de las elites chilenas de
la cultura europea al pragmatismo americano. En tiempos pasados los ricos muy
ricos que los hubo en Chile, gastaban sus fortunas en castillos como los ingleses
o los franceses, trayendo o copiando chefs franceses o mayordomos británicos,
viajando y explotando a los trabajadores. Pero se contaminaron con la cultura
europea laica o creyente, que promovía una filosofía de vida basada en valores
y no en un pragmatismo estéril, en tanto una clase política más culta, se abría al
pensamiento social europeo que enfatizaba la construcción de sociedades más
integradas. En otras publicaciones he mencionado la percepción deAl Gore sobre
senadores de USA que iban al Senado a escucharse, porque nadie les tomaba en
serio y eso que cada uno de ellos es un gran millonario o sirve intereses de
poderosos caballeros.
Me ha llamado la atención en estos días, la cantidad de senadores de derecha,
con años por delante y con recursos para ir a la reelección, dispuestos a dejar
su cargo, para asumir como ministros, sin garantías de inamovilidad. ¿Será por