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como sujeto fuerte para llegar a ser, después de profundas transformaciones, un
sujeto frágil.
Estaciones en la historia del sujeto moderno
1. sujeto fuerte: Descartes
2. sujeto absoluto: Spinoza – Leibniz
3. sujeto regulador del objeto: Kant
4. sujeto universal: Fichte – Schelling – Hegel
5. sujeto activo: Fichte – Marx
6. sujeto volitivo: Schopenhauer – Nietzsche
7. sujeto individual: Kierkegaard – Jaspers – Heidegger
8. sujeto frágil: Ricoeur - Vattimo
En la aventura del sujeto moderno no hay una secuencia cronológica rígida según
la flecha del tiempo: hay también avances y regresos. Así, por ejemplo, en lo que
se refiere a la tercera etapa – del sujeto regulador del objeto – que corresponde
especialmente a Kant. Claramente es visible que aquí se sigue manifestando un
sujeto fuerte, teniendo el sujeto una asegurada jerarquía. De esta regulación y
modificación que hace el sujeto del objeto, da cuenta la
Crítica de la razón pura
en su conjunto, y ello está ya expuesto en los Prefacios, donde se trata del “giro
copernicano” (como metáfora filosófica):
que no se regule más el sujeto por lo
dado en los objetos, sino que sea el sujeto el que los regula
. El desarrollo cientí-
fico posterior, por ejemplo a través de la óptica, no hará sino corroborar esto, y
nos mostrará que los colores que vemos son aquellos entre el ultravioleta y el
infrarrojo, pero hay innumerables colores más. Y el sujeto regula al objeto no
sólo a nivel de la sensorialidad o sensibilidad, sino también en la medida en que
el entendimiento aplica sus categorías en el proceso cognitivo. De este modo,
si decimos que el fuego es causa del humo, en lo que sucede “ahí fuera” lo que
hay es simplemente un “
continuum
fuego-humo”. Y así también en relación a las
otras categorías, como cuando decimos que algo es sustancia o accidente, activo
o reactivo, posible, real o necesario.
Pues bien, a consecuencia del giro copernicano kantiano, verdaderamente po-
demos decir que la realidad y el ser son otros, y esto tiene una repercusión sobre
la humanidad entera. Cuando se dimensionan los alcances de un ejemplo como
éste, se torna meridianamente claro que la filosofía tiene una incidencia decisiva
en la historia y en la sociedad.