la emisora para reafirmar su orientación pública y la
creación del nuevo canal. A grandes rasgos, se plan-
tea que la nueva señal cultural será una filial de TVN,
pública, de libre recepción, de alcance nacional, con
contenidos de alta calidad y libre de publicidad. Esto,
asociado a una inversión de cien millones de dólares,
de los cuales un cuarto se destinará como inversión
inicial y única al canal cultural.
El proyecto fue trabajado por una comisión compues-
ta por representantes de los ministerios de Educación,
Hacienda, Secretaría General de Gobierno y el Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes. Para vincular a otros
actores de la sociedad civil, la comisión organizó en
noviembre pasado el Seminario “TV Pública/Cultural/
Educativa”, del que emanó un documento con orienta-
ciones programáticas y editoriales para la futura señal.
Al cierre de esta edición, el proyecto se encontraba en su
segundo trámite constitucional en la Comisión de Trans-
portes y Telecomunicaciones del Senado.
Cultura y televisión
Cada semana, en Chile se emiten aproximadamente
1.050 horas de programación a través de los siete cana-
les de la televisión abierta. De ellas, sólo 60 correspon-
den a contenidos “culturales”, es decir, el 5,9%. Esto,
teniendo en cuenta que desde el 2014 el Consejo Na-
cional de Televisión (CNTV) obliga a los canales a emi-
tir al menos cuatro horas semanales de programación
cultural, lo que indica que un 40% de esos programas
fueron puestos al aire para cumplir la ley.
Los últimos informes y encuestas del CNTV han evi-
denciado que los chilenos no están conformes con la
programación que están ofreciendo las señales de tele-
visión abierta. Según la Octava Encuesta Nacional de
Televisión realizada por el organismo, un 62% de los
consultados no está satisfecho con la televisión abierta, y
entre las principales expectativas sobre la programación
de los canales se cuentan peticiones de mayor cultura
(31%), más programas educativos (17%) y más progra-
mación infantil (16%).
Pero la pregunta de fondo es sobre qué “cultura” estamos
hablando. Actualmente, el artículo 12° de la ley 18.838
define programas culturales como “aquellos que se re-
fieren a los valores que emanen de las identidades mul-
ticulturales existentes en el país, así como los relativos
a la formación cívica de las personas, los destinados al
fortalecimiento de las identidades nacionales, regionales
o locales, como fiestas o celebraciones costumbristas, y
aquellos destinados a promover el patrimonio universal
y, en particular, el patrimonio nacional”.
Sin embargo, la definición no está exenta de polémica.
De acuerdo al Informe de Programación Cultural del
CNTV de febrero de este año, el programa con más
rating
de ese mes fue la teleserie Moisés y los diez man-
damientos (TVN), que está catalogada como programa-
ción cultural, categoría patrimonio universal.
Modelos e ideas para
una nueva televisión
Las experiencias a nivel mundial sobre la televisión
pública y cultural son dispares. Varían en forma de or-
ganización, financiamiento, públicos, objetivos y plata-
formas utilizadas, y todas han sido observadas desde la
comisión para dilucidar hacia dónde se moverá Chile.
El modelo de televisión pública más admirado del mundo
es, sin lugar a dudas, el de la BBC de Londres. La
British
Broadcasting Company
fue fundada en 1926 y su misión
es “enriquecer la vida de la gente con grandes programas
y servicios que informen, eduquen y entretengan”. Su ca-
racterística particular es que el 80% de su financiamiento
proviene de un impuesto que deben pagar todos los bri-
tánicos que tengan un receptor televisivo.
Otros exponentes de televisión pública anglosajona son la
PBS (
Public Broadcasting Service
) de Estados Unidos, una
red de televisiones públicas financiada por sus estaciones
afiliadas, fondos federales y otras formas de ingresos; y la
CBC de Canadá (
Canadian Broadcasting Company
), cuyos
informativos son los más vistos del país y opera en múlti-
ples plataformas. Sus fondos provienen de una subvención
directa del gobierno canadiense y publicidad.
En América Latina las experiencias de las emisoras pú-
blicas han sido fuertemente influenciadas por la edu-
cación y la cultura. Canal 11 de México fue el primer
canal educativo y cultural de la región, además de ser
la primera señal dependiente de una universidad en el
continente, el Instituto Politécnico Nacional. Ha gana-
do dos veces el premio que entrega la Unesco a la mejor
televisión y es financiado por el Estado.
Argentina, por su parte, tiene el Canal Encuentro, que per-
tenece al Ministerio de Educación. Llega a seis millones de
hogares y busca la equidad en el acceso al conocimiento.
Sus contenidos son de carácter documental y pedagógico
y su programación infantil ha tenido tanto éxito que dio
origen a un canal independiente. En Colombia existe un
sistema mixto. Hay una red de medios de comunicación
públicos y estatales a cargo de Radio Televisión Colombia,
y a la vez existe un canal cultural. Señal Colombia fue crea-
da en 1970 y se propone reforzar la identidad cultural y la
memoria del país. Su carácter innovador la ha posicionado
como un “laboratorio audiovisual”.
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Nº2 2016 / P.P.