18 Ensayos Justicia Transicional, Estado de Derecho y Democracia - page 402

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Ministro de Australia, John Howard, quien se negó a ofrecer disculpas por el rapto de niños
aborígenes por parte de organizaciones sociales, la iglesia y el Estado hace cien años. Cuando
la historia sobre el robo de los niños fue publicada bajo el título de
The Stolen Generation
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,
los líderes aborígenes invitaron al Primer Ministro y al Parlamento a identificarse con la
complicidad del Estado años atrás y ofrecer disculpas por ello.
En ese entonces, 1997, yo me encontraba en Melbourne, Australia como orador central
en la Convención Australiana de Reconciliación. Antes de la conferencia ya había sido
entrevistado por la prensa australiana varias veces. Traté arduamente de limitar mis
comentarios al caso Sudafricano y su búsqueda de la reconciliación, pero no hubo manera de
evitar las penetrantes preguntas en relación con los eventos que estaban sucediendo en
Australia. Finalmente dije que había momentos en que los líderes de una nación pueden
ayudar en el proceso de reconciliación ofreciendo una disculpa. La ironía en este caso era que
el Primer Ministro Howard sería uno de los oradores principales en la apertura de la
Convención. Él no fue para nada elogioso cuando nos encontramos en la sala antes de la
conferencia. En su discurso expresó su pesar por las injusticias cometidas con los niños
aborígenes, pero se negó a identificarse con las acciones del Estado en el pasado, a ofrecer
disculpas o a ofrecer algún tipo de reparación. Así perdió una gran oportunidad para ayudar a
sanar las profundas heridas sufridas por los aborígenes. Fue muy impresionante ver como
miles de personas en la Convención se pararon y literalmente daban la espalda a su Primer
Ministro.
Después de mi discurso fui entrevistado nuevamente por la prensa. Luego de expresar
mi inmensa tristeza porque semejante oportunidad se hubiera dejado pasar, y después de
comparar a Howard con Mandela dije, quizás injustamente, en respuesta a una pregunta, “yo
pienso que el señor Howard fue muy valiente al presentarse frente a lo que inevitablemente
sería un público hostil, pero él ha mostrado una completa falta de corazón”. Esta declaración
fue tomada por la prensa a lo largo de Australia. Habría sido tan fácil para el Primer Ministro
Howard identificarse con los sentimientos de rechazo vividos por el pequeño grupo de
aborígenes que aún sobreviven en Australia. Ojalá él hubiera podido estar a mi lado cuando
conocí a muchos de sus líderes antes y después de la gran Convención de la Reconciliación,
para ver lo sentidos que estaban ellos con su actitud. Es posible avanzar en la reconciliación
con un liderazgo valiente. Es posible también entorpecer el proceso con la falta de sabiduría y
coraje.
Cuando a mi regreso a Sudáfrica escuché nuevamente los comentarios displicentes
hechos por el anterior Presidente de Estado P.W. Botha y escuché a F.W. de Klerk matizando
constantemente su propia expresión de pesar y negando insistentemente haber tenido
conocimiento alguno de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por
miembros de las fuerzas de seguridad, sentí nuevamente una sensación de tristeza porque una
oportunidad había sido desperdiciada. Deseé que de Klerk se hubiera podido sentar con tantos
sudafricanos negros que durante el tiempo en que la Comisión trabajó, repitieron una y otra
vez su anhelo por un reconocimiento claro por parte de líderes pasados del Partido Nacional
sobre su papel en los años de opresión.
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Bringing them Home: Report of the National Inquiry into the Separation of Aboriginal and Torres Strait
Islander Children from their Families
, Human Rights and Equal Opportunities Commission, Australia, 1997.
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