La frágil clase media: estudios sobre grupos medios en Chile contemporáneo - page 81

Las frágiles clases medias.
Estudios sobre grupos medios en Chile contemporáneo -
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“Una nación de propietarios, no de proletarios”
dió el tema mismo de las clases, salvo para desacreditar los axiomas marxistas. Sin embargo,
no logró borrar sus presupuestos sobre ellas.
Así pues, sometidos por el “culto a la nación”, esos evasivos supuestos afloraron abierta-
mente en las deliberaciones teóricas a la vez que operaron soterradamente en la exposición
de los principios del nuevo modelo. En el primer caso, para criticar la lucha de clases y para
desterrar su influencia como fuentes de identidad. En el segundo caso, para hacer más con-
vincentes los preceptos éticos, sociales o económicos del gobierno mediante el expediente
afectivo y sensible. Esta retórica oculta movilizó recursos para apaciguar a las clases popu-
lares y desligarla de la clase obrera, para sub-representar a la clase alta y para trasferir las
lealtades de la clase media desde el mundo del trabajo hacia el del propietario.
Probablemente, la retórica sobre las clases fue nebulosa y dispersa no sólo porque el anti-
marxismo obligaba a desconocerlas sino por la variedad de intereses de grupo y de clase que
su constructo ideológico debió contentar. También puede haberlo sido por los cambios gene-
rados en las clases sociales por la desprotección del mercado laboral y la privatización del sis-
tema de pensiones, de salud, vivienda y educación, cuyos resultados no estaban claros. No se
hacía fácil representar unas clases cuyas bases, articulaciones, identidades y estatus estaban
siendo modificados de raíz. Menos lo era representar una clase media en plena reconstruc-
ción sobre las ruinas de la administración pública, de la industria y del pequeño comercio
nacional, y encabezada por fracciones emergentes del mundo financiero y exportador.
En un experimento tan radical, que deconstruía el orden social vigente en Chile por
medio siglo y recomponía la correlación de clases alterada durante la Unidad Popular, se
requería una fachada de estabilidad, control y solidez. Por ello, pese al silencio conveniente
sobre las clases sociales, la retórica intelectual restante descansó en la alocución metódica
y nomotética, el tono razonado y las demostraciones lógicas, sin dejar por ello de colorear
lo axiomático o analítico con alusiones estéticas. El enunciado sin prueba y el comprobado
quedaban así sutilmente equiparados a la vez que fortalecidos por el sentimiento y la sensibi-
lidad. En cualquier caso, lo más seguro es que esta retórica intelectual fue la fracción residual
de un gran e intencionado silencio.
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