Reforma económica en América Latina : perspectivas 2000 - page 62

acelerado debilitamiento fue capitalizado por el APRA, cuya organización y disciplina eran
valorados para combatir al terrorismo y por la nueva izquierda, que logró plasmar un frente
electoral pero con una propuesta más proclive a impulsar las reivindicaciones populares
que constituir una verdadera alternativa de gobierno.
El Triunfo del Aprismo
Alan García, en una meteórica carrera, logró lo que Haya de la Torre no pudo en más de 50
años de lucha política. Cuando en julio de 1985 asumió la Presidencia de la República,
existía consenso en que no podía mantenerse la recesión de la economía y que era
necesario liberar recursos del pago de la deuda externa para reactivarla..
El aparato productivo registraba una fuerte capacidad ociosa, que empezó a ser utilizada
mediante una política de expansión fiscal y monetaria. En poco· tiempo, el tipo de
reactivación adoptado generó un fuerte estrangulamiento fiscal y de balanza de pagos. El
intervencionismo estatal basado en subsidios, controles de precios, de cambios, créditos
diferenciales y tasas de interés preferenciales, derivó en fuertes emisiones monetarias que
desataron una hiperinflación que destrozó la capacidad adquisitiva de amplias masas
populares.
Entre 1986 Y1987 la economía crí'!ció a un promedio anual del 6% para alcanzar una fuerte
recesión en el bienio siguiente, cayendo a tasas del 10% y 13% respectivamente. Del
período de auge lucraron los intereses mercantilistas y ante la evidente inviabilidad del
esquema económico adoptado, junto a las amenazas del terrorismo, fugaron gran cantidad
de capitales al exterior.
La estatización de la banca planteada en 1987 buscó radicalizar al Gobierno para alcanzar
mayor protagonismo político y fue concebida con un voluntarismo increíble que estimaba
que con esa medida se podían manejar los excedentes necesarios para la inversión. La
estatización murió en el parto y resultó inaplicable en la práctica, ingresando amplios
sectores empresariales a una suerte de conspiración que hizo inmanejables los
desequilibrios macroeconómicos. La economía registró hasta el término del Gobierno
Aprista el peor de los escenarios: hiperinflación, recesión, muy baja inversión, quiebra
fiscal y elevado subempleo y desempleo.
El Gobierno aisló al país dentro de la comunidad financiera internacional. Ideologizó en
extremo la confrontación con los organismos financieros internacionales, declarándose al
Perú inelegible en el FMI, Banco Mundial y BID al restringirse los pagos comprometidos
con dichos organismos, a lo que se sumó la reducción al mínimo de los créditos
comerciales de la banca privada internacional.
Los problemas del narcotráfico y la inmoralidad en la acción de gobierno se acentuaron
significativamente, lo que unido a la crisis económica y a la oposición desestabilizadora
derivada del intento de estatización de la banca, junto con las acciones terroristas de
Sendero Luminoso y el MRTA que habían acumulado daños por cerca de 22,000 millones
de dólares, afectaron seriamente al Gobierno Aprista, perdiendo el apoyo de la base social
que lo llevó al poder en 1985.
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