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Ética e Innovación Tecnológica
sirven para labrar identidades perdura-
bles, al modo de rasgos de personalidad.
Muchas veces se cree que los comités
(en tanto tecnologías decisionales fun-
dadas en el diálogo y no simples grupos
de personas) son artefactos neutrales
que podrían “encajar” en cualquier rea-
lidad social
(10)
. Este error se perpetúa
en relación con los productos del co-
mité (normas sobre consentimiento,
evaluación de riesgo, etc.). Incluso los
factores regulatorios, relacionados con
la juridicidad imperante y la jurispru-
dencia acumulada, son ya un factor dis-
torsionador en cualquier comparación
globalizadora, pero, más aún, en el caso
de esta tecnología en buena medida im-
plícita más que explícita, son importan-
tes los factores normativos y cognitivos,
en el sentido connotado aquí.
En el análisis del funcionamiento de los
comités de ética no basta con señalar
que el contexto cultural y valórico es im-
portante. Las tensiones entre contenido
y contexto, lo mismo que la diferencia
entre conocimiento explícito y tácito,
valen especialmente en las tecnologías
“blandas”, esto es, sin artefactos físicos
obvios, de las que es ejemplo eminente
el comité. Como artilugio para tomar
decisiones, producir consensos, gene-
rar símbolos, demostrar poder, conferir
identidad y aumentar valor a las pro-
ducciones intelectuales es una construc-
ción social cuyo prestigio depende de su
eficiencia. Como innovación, los comi-
tés derivaron del desarrollo autónomo
y propio de otras tecnologías –las bus-
cadoras-de-verdades– conocidas como
técnicas investigativas en países con ma-
dura y sazonada tradición y consiguiente
complejidad de sus problemas. Pero son
una innovación en contextos como los
de los países pobres (o grupos discipli-
nariamente marginales en países ricos),
en los cuales significan a veces solucio-
nes para problemas aún no planteados
(las soluciones en busca de problemas
siempre son a su vez problemas, porque
causan reestructuraciones instituciona-
les y personales no contempladas en el
desarrollo propio de las comunidades).
Incidentalmente, si se consideran otras
tecnologías blandas como la misma téc-
nica de investigar (método científico,
etc.) o de tratar ciertos padecimientos
(e. g. psicoterapia), es menester pre-
guntarse por el valor de aceptabilidad,
aceptación y necesareidad (no necesi-
dad) de incorporación antes de entrar a
considerarlas parte del paisaje imagina-
rio e intelectual de una comunidad. Ya
señalamos que el “metabolismo social”,
responsable de la asimilación de una
tecnología, es un proceso complejo en
el cual confluyen influencias históricas,
ideológicas y pragmáticas. La fascinante
diversidad de sus formas es, antes que
un obstáculo, un fuerte incentivo para
continuar explorando. Porque al adop-
tar la “solución” de delegar en un co-
mité decisiones sobre dignidad de las
personas, valores científicos y valores
morales, o procedimientos para obtener
convicciones, se adopta también una
retórica, una semántica y una pragmá-
tica que proceden de un ámbito cultural
específico que se globaliza y se impone.
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