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El papel de los códigos profesionales:
¿privilegio o bien social?
Rogelio Altisent
Introducción
Ante un tablero de ajedrez se sientan de manera diferente el sociólogo, el
filósofo y el político. El sociólogo levanta acta de cómo están posicionadas
las fichas, el filósofo se pregunta el por qué de esta posición, mientras que
la prioridad final del político es ganar la partida.
Una aproximación sociológica al clima de opinión que encontramos ante
la deontología médica en España muestra que para muchos médicos suena
como una música que se puede escuchar de vez en cuando, como algo res-
petable, incluso entrañable, pero de otro tiempo. Por otro lado, se pueden
escuchar algunas críticas directas por parte de quienes consideran el código
como un conjunto de obviedades. También hay sectores que plantean que
una conciencia autónoma, madura para la deliberación y el razonamiento
moral, no admite más preceptos que la ley democrática, y que las aporta-
ciones de la moderna bioética han superado el código de deontología.
No disponemos de un estudio estadístico que analice la representatividad
de estas actitudes, pero sí tengo una convicción personal que he consta-
tado muchas veces: en España muchos de los críticos hacia este código
apenas lo han leído y mucho menos reflexionado. Por el contrario, entre
quienes sí lo han leído y estudiado predomina la opinión de que estamos
ante un auténtico
vademécum
de sabiduría práctica, siempre mejorable y
actualizable, pero que nunca debería faltar en la biblioteca básica del mé-
dico como referencia de su buen hacer.
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