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18. La ciencia y la primacía de la ética: el futuro
de la evolución humana
“Nada es más temible que la ciencia sin conciencia”.
B. Houssay
Ya en el transcurso del siglo
XX
, la cien-
cia experimental no es más un simple
medio de conocer y un cuerpo de sa-
beres: se ha convertido en una mani-
festación sociocultural importante que
orienta la suerte de nuestras sociedades.
No se trata únicamente de descifrar el
mundo, sino también de transformar-
lo. A juicio de F. Jacob, el gran peligro
de la humanidad no es el desarrollo del
saber; es la ignorancia
(33)
.
Es la ingeniería genética lo que asusta a
algunos y preocupa a muchos, creando
un halo de misterio, sobrenaturalidad y
potencialidad generadora de situacio-
nes contra natura, de monstruos y pe-
sadillas que dejan, como ha expresado
F. Jacob, un gusto a prohibido
(34)
. Es
también lo que ha servido para acusar
a los científicos de atentar contra la ca-
lidad de vida, de hacerla peligrar y de
crear la desconfianza hacia la biología.
Se repite así el problema del genio en-
cerrado en la botella, como cuando los
científicos advirtieron sobre el mal uso
de la energía atómica para el futuro y
supervivencia de la humanidad. Pero,
al igual que antes, ellos mismos se han
esforzado responsablemente en esta-
blecer normas éticas rigurosas para la
experimentación genético-molecular,
conscientes de que todo adelanto cien-
tífico puede ser fuente de bienestar y,
al mismo tiempo, de grandes males. La
ciencia tiene mucho de exigencia moral
que nos demanda desplegar todos nues-
tros esfuerzos para instaurar y respetar,
en todos los campos de la ciencia, la
primacía de la ética.
Como lo ha expresado Manuel Losada,
“creer con confianza en el hombre, bus-
car sinceramente la verdad por encima
de todo, incluso de las propias creen-
cias, ideologías e intereses, y practicar el
bien a ultranza, siguiendo la enseñanza
de los sabios y el ejemplo de los santos,
parecen ser las más seguras, preciadas y
preciosas guías para que la inteligencia y
la conciencia, la mente y el corazón no
pierdan el norte y encuentren y sigan el
verdadero camino en la vida”
(35)
. Para
servir a la causa de los demás hombres,
el científico debe mantener ante la so-
ciedad una alianza permanente entre
ciencia y conciencia.
Juan Pablo II, en un discurso ante la
UNESCO
(36)
, expresaba que “para
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