N° 37, septiembre de 2005
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Medios y fines: el verdadero debate bioético
S
i el discurso bioético es una forma dialógica de anticipar consecuen-
cias morales, permitir la participación de las personas en sus propios
destinos y propiciar soluciones a dilemas perennes de la convivencia, es
evidente entonces que el tema de los medios y de los fines le es esencial.
Tradicionalmente se ha pensado que la razón humana tiene, en este ámbito,
tres desafíos. El primero es determinar fines. Si el arquero busca un blanco
para sus flechas, ¿no debería el hombre buscar un fin o meta para su vida?
Esta metáfora del arquero tiene noble tradición y es bella, útil y precisa.
Mas, junto con proponer fines (y casi todos los imaginables conducen a la
vida buena o presuntamente buena), también hay un desafío con relación
a los medios. Aún aceptando una finalidad loable, habrá alternativas para
concretarla, y de ésas no todas son igualmente atractivas, buenas o efica-
ces. Muchos fines, con ser meritorios y deseables, no deberían obtenerse
usando medios censurables.
Hay una tercera posibilidad. Buenos fines y buenos medios, pero en justa
y razonable proporcionalidad. La adecuación entre medios y fines es una
tarea de la reflexión, pero esclarecida ésta por la deliberación, las perspec-
tivas diferentes y la aceptación de las diferencias.
Si estas consideraciones parecieran demasiado abstractas, conveniente será
ilustrarlas con un ejemplo.
Hace años participé en un proyecto del
Hastings Center
, liderado por Da-
niel Callahan, que tuvo por título “
The Goals of Medicine
” (los fines de la
medicina). Se trataba de hacer un ejercicio en apariencia desprovisto de
1...,72,73,74,75,76,77,78,79,80,81 83,84,85,86,87,88,89,90,91,92,...186