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N° 33, abril de 2004
Directa o indirectamente, estos objetivos o metas se dejan interpretar en
una perspectiva ética. No la ética de los intercambios interpersonales, lo
que se ha venido a llamar microbioética, sino la ética de los agregados, de
los conjuntos, de las sociedades humanas en su relación con el ambiente:
macrobioética. Ninguna de ambas formas deja de tener el sello de la bioé-
tica en general, constitutivamente dialógica y puente entre racionalidades,
disciplinas, valores. Pero el énfasis de la macrobioética definitivamente
desplaza el énfasis hacia el colectivo, no en desmedro del individuo, pero
sí como una forma diferente de concebir la plenitud individual. “No hay
un yo sin un nosotros”, la vieja fórmula de Herbart, pertenece a los enun-
ciados de más profunda vertebración moral que pueden aplicarse a decla-
raciones universales, aunque éstas no hayan sido expresamente formuladas
para interpelar esa perenne antinomia de individuo y grupo.
Todos los
ODM
, por tanto, son susceptibles y merecedores de un análisis
bioético. Por de pronto, éste arroja la necesidad de un objetivo número
nueve, que podría denominarse un “metaobjetivo”, pues alude a la siner-
gia necesaria entre los ocho objetivos expresamente formulados. La re-
lación entre, por ejemplo, la reducción de la pobreza y la salud materna
puede parecer intuitivamente obvia, pero reiteradas evidencias empíricas
no avalan una relación automática entre ambas. Se trata de definir cuida-
dosamente los términos, aparte de situar las circunstancias en que tales
asertos tienen sentido. Y aunque el
ODM
1 puede parecer más básico que
otros, no lo es en el sentido de una secuencia, ni siquiera de un orden de
sucesión, porque, como ya apuntaba Karl Mannheim, junto con pensar
es necesario actuar y responder a las solicitaciones de lo inmediato. La
comunidad internacional no tendrá tiempo ni posibilidad de detenerse a
contemplar lo realizado. Deberá enfrentarse, como siempre, a lo urgente, a
lo que suele desviar la mirada de lo importante. Habrá nuevas contiendas,
luchas de poder, injusticias, admoniciones vacuas, pero, en esencia, será
conveniente no olvidar que el futuro de la especie depende de grandes
decisiones colectivas que, para ser legítimas, deben concitar adhesión, ge-
nerar tolerantes perspectivas disímiles y ser entendidas por todas las perso-
nas, de cualquier condición.
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