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a los derechos en forma retórica. En ese marco, los derechos pierden su contenido
político transformador.
Este reemplazo de conceptos con menos contenido político es en parte con-
secuencia de las agendas de cooperación. Los contenidos programáticos de los
organismos de cooperación obligan a las organizaciones de mujeres a adaptar su
discurso para que los proyectos calcen dentro de las directrices de estos organis-
mos de financiamiento.
Frente a los organismos internacionales, los derechos más difíciles de plantear y
discutir son los derechos sexuales y reproductivos. Algunas participantes señalan
que en algunos comités de Naciones Unidas la mención de los derechos sexuales y
reproductivos se evita. En su reemplazo se habla de la salud como un contenido más
amplio sin entrar en el territorio polémico de estos derechos. En opinión de algunas
de las participantes, estos sesgos también se manifiestan en la Comunidad Europea
que es donante de organizaciones no gubernamentales (ONGs) clásicas en muchos
países de la región. Consideran que ha habido un retroceso en los consensos que
sobre los derechos humanos tenía la Comunidad Europea en los años 90.
La influencia de los fundamentalismos religiosos es un elemento que contribuye a
sustentar estos sesgos conservadores. Las tensiones generadas en el contexto global
por los planteamientos y prácticas fundamentalistas se han convertido en un factor
determinante en la discusión de los estándares de derechos humanos a tal punto que
inciden en la construcción de visiones parciales sobre algunos de estos derechos, es-
pecialmente cuando se trata de grupos o poblaciones específicas de personas, como
migrantes y mujeres.
“Estamos en un continente cuya base, digamos, es la cultura cristiana católica que tiene un peso
hoy en día en materia de derechos humanos de las mujeres; eso es gravitante y no necesariamente
siempre hemos tenido elementos para enfrentar con estrategias a los sectores más conservadores,
que además ahora son parte de la sociedad civil, tienen ONGs y hacen las mismas cosas que noso-
tros y a veces más cosas”. (Lorena Fries)
“Latinoamérica en ese sentido quizá está mejor que otras regiones del mundo, pero está reprodu-
ciendo esas tendencias también muy fuertemente. La polarización de la discusión sobre el derecho
a la salud y no solamente sobre derechos sexuales y reproductivos […] En ese marco, las mujeres
somos las primeras en perder, las mujeres de todas las edades somos las primeras perdedoras de esas
discusiones”. (Juana Sotomayor)
Los contextos adversos, sin embargo, no detienen el trabajo de las mujeres. La ex-
periencia acumulada de las feministas y el movimiento de mujeres ha dado lugar a
formas de organización y de actuación que han permitido enfrentar estratégicamen-
te los contextos adversos, aun en espacios cuyas barreras se basan en fundamentos
de tipo conservador y religioso.
