sucesivos gobiernos de controlarlo. Al respecto, quie-
ro hacer algunas precisiones conceptuales, porque
algunas personas pretenden que somos contrarios al
lucro per sé, y yo, personalmente, soy contrario a que
exista lucro en la educación, pero no tengo ningún
problema con pagar los costos más la utilidad del
vendedor y del fabricante cuando me compro un par
de zapatos. El lucro es el precio de venta menos los
costos cuando hay un proceso de compraventa de un
bien o servicio y es legítimo en cualquier transacción
comercial, salvo cuando está prohibido. Y ocurre que
incluso en la ley de Pinochet, que creó las universida-
des privadas, estaba prohibido lucrar.
Un error frecuente es decir que son las universida-
des las que lucran. Los ladrillos no lucran, son sus
dueños quienes lo hacen. Esta diferencia no es sutil,
pues tiene que ver con a quién tenemos que perse-
guir por faltar a la ley.
A la luz de los antecedentes entregados, a mi juicio,
el proyecto de ley de reforma a la Educación Supe-
rior tiene dos errores muy graves. El primero es que el
mensaje presidencial hace una alegoría a la masifica-
ción, se compró el discurso de los neoliberales que di-
cen que éste es el gran éxito, pero lo importante, y eso
lo entiende cualquier persona, no es cuántos ingresan,
lo importante es cuántos salen, y resulta que hemos
demostrado que sólo el 45% de los que ingresan se
titula. El resto nunca se va a titular. No hay nada que
aplaudirle al modelo, ni siquiera la masificación, que
es ni más ni menos que un robo con aval del Estado.
El segundo error del proyecto de ley, que es más com-
plicado porque posiblemente algunos estarán en des-
acuerdo conmigo, es que se dice que son los sistemas
de acceso o selección los que están produciendo una
gran injusticia con la gente de bajos recursos, pues
debido a ellos no podrían acceder a la universidad.
Esto es una falacia del porte de un buque, porque
no son los sistemas de acceso, es la mala formación
previa la que impide que los estudiantes accedan. Es
absolutamente imprescindible contar con un sistema
de acceso único, aplicable a todo el sistema y diferen-
ciado para los CFT y los IP y las universidades. Si no
se imponen exigencias al acceso, lo que estamos ha-
ciendo es engañar a los jóvenes, y un país que engaña
a los jóvenes no tiene futuro.
Q
uisiera referirme a tres puntos. El primero,
como dice la frase bíblica, hace referencia a
que “en el principio fue el caos”. Así lo ha
expuesto mi amigo Patricio, quien ha aclarado que
ha sido el libertinaje, no la libertad de mercado, el
que ha provocado todos los defectos que no voy a
repetir, aunque sí le voy a hacer una pequeña crítica
a su presentación, que, como muchas cosas en Chi-
le, adolece de
universititis
, como si las instituciones
MARIO WAISSBLUTH
Ingeniero Civil Químico y Doctor en Ingeniería
Ex Director Académico y hoy Profesor del Centro de Sistemas Públicos de la Universidad de Chile
Miembro del Directorio de la Fundación Educación 2020
de educación técnica, que hoy son la meta central
del sistema de Educación Superior en Chile, incluso
por razones de equidad, fueran de segunda catego-
ría. Han sido de segunda en las becas e incluso en los
sistemas de aseguramiento de la calidad.
Tú, Patricio, mencionabas cuatro mil y tantos pro-
gramas universitarios. Si incluimos en esa cifra al sis-
tema técnico profesional, son 12 mil. 12 mil progra-
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P.P. / Nº2 2016 / Dossier