Planificacion y evaluacion para los aprendizajes en educación infantil desde un enfoque de derechos

92 Incorporo una interesante reflexión realizada por Nayira Belmar, una Educadora de Párvulos y Escolares Iniciales titulada de la Universidad de Chile. Ella en un ambiente algo adverso y producto del diálogo con su comunidad, ha aportado al bienestar de los niños y niñas del lugar donde trabaja. “Muchas veces, el quehacer diario del jardín y/o escuela imposibilita la creación de un espacio fértil y amable para la reflexión y posterior transformación de la práctica pedagógica. La coexistencia de un sinfín de tareas y/o labores postergan el encuentro dialógico y reflexivo entre las personas que conforman los equipos de aula como la comunidad educativa en su totalidad. Dicha situación genera una sensación de automatización y alineación al sistema reproductivo de educación, siendo así las profesionales, quienes, en su mayoría, no han sido formadas, bajo un discurso político y profesionalizante de lo que significa e implica ser educador/a, tienden a caer en prácticas y modelos automatizados, repetitivos y poco afectivos con niños y niñas, la comunidad y el territorio. El juego de la fotografía comenzaba desde esa invitación al asombro y al goce vivencial, al sentirse presentes e infinitos, esa dualidad tan propia de la niñez, que los sumerge en un camino de descubrimiento y aprendizajes. Concebir al niño y la niña como sujetos de derecho, para mí, es idear principalmente nuestra profesión desde un punto de vista político, y por qué no, también espiritual, en donde, a pesar de todos y cada uno de los obstáculos que se presentan en el quehacer educativo, me permito reflexionar y cuestionar, no solo el sistema educativo imperante, sino lo que significa ser humano y crecer en una sociedad que está acabando consigo misma y el entorno natural que la rodea”. Como se puede apreciar, la educadora ha planteado con honestidad la importancia de la reflexión de las prácticas, lo que se desafía a realizar pese a las múltiples trabas cotidianas. En palabras de Malaguzzi, se ha desafiado a “fomentar sus competencias profesionales, de transformar los hechos en pensamientos, los pensamientos en reflexión, y las reflexiones y las reflexiones en cambios de pensamiento y acción” (2011: 79).

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