CIENTOCINCUENTA A):¡OS DE POLÍTICA EXTERIOR CHILENA
lograr con la tuerza so,lamente, sino también mediante el ejemplo de
una! vocación paQifista.
La semilla de este espíritu
y
tendencia reaparece incluso en la
personalidad y gestión de Balmaceda, quien hará una versión muy
hábil y personal de la Real PoliJtik ¡p'ortaJiana.
Así se llegaba a la firma del Tratado de Ancón
erlJ
1883, Chile
culminó luna serie de victorias milit:a;res que marcaron el ca:rácter y
la, diplomada chilena; al mismo tiempo se consolidó en el campo
militar la idea polí'tica de
la
repúíhlica en lo institucional Dentro de
su trayectorÍlal diplomática, Balmaceda como ministro de Relaciones
Exteriores ,en 1881, oriticó las presilQnes de EE.UU., para
arr~ar
los
asuntos del Pacífico en contra del interés chileno y logró paralizar
una ,eventual alianZJal de Argentina, Colombia y Venezuela que se
g¡estlliha contra IChile. Según el profesor Francisco Orrego, "de no ser
por esta iháhi1 g¡esúón ministerial de Balmaceda, probablemente el
Tratado de Ancón no se habría concertado en el momento que se
hizo"
y
":Bialmaceda es la culmJna:ci6n. del cido P!oifta,liano".
Retomando la tradición de progreso económico, de fortalecimien>to
.de la defensa na.cional y la independencia nacional, Balmaceda res–
guardó con una verdadera "Paz Armada" y "Diplomática" un equili–
brio de poder de post-guerra relativamente favorable al interés nacio–
nal de Chile.
Sin embargo, el Congreso y la oposición a Balmaceda consideraron
que en función del "orden" se estaba minando la libertad de "ex–
presión" y la libertad "política". Además se desconfió de líderes que
se autoproclamaban, más allá de los límites del poder legislativo. La
guerra civil mvstró la falúa: de consenso naciúnal y se queb:ró el ordel1
interno del país. Curiosamente y después de muchos años ese mismo
Congreso se encargó de pavimentar
el
camilllQ' para remover a otro
salvador 'que no supo ajusúarse a la supervigilancia del Congreso Na.–
cional. En
el
casO! de Allende, por cierto
mUly
disúnto al de Bal–
maceda, ni el "orden" ni la "libertad", en lo ,interno como en lo
internacional, se hablan cautellado, con
lo
cual la tradición e iden–
tidad del país estaba en peligro. Otra v,ez se rompería el consenso
nacional. Los dos Chiles iniciarían un largo proceso de aprendizaje
para JlutogOlbernarse
y
reconciliarse con su pasado y su futuro, eu
orden
y
libertad.
Siguiendo ,esa
.ILnea,
en la dec1a!ración de principios de la JU11ta
de Gobierno se estalbJece con claridad que el "nadonaJismo de
ins–
piración Portaliana, ,es de ca'fá.cter univers.aJ, y se funda en la creen–
cia de la identidad nacoonaJ enriquecida a través de la comunidad
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