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WALTER SÁNCHEZ
G.
dejar de mencionar al respecto la contribución del profesor Gustavo Lagos y su
tesis sobre Sociedad Mundial y Humanismo Ecológico (1986), realizada con
otros profesores del Instituto de Estudios Internacionales; los avances del Centro
Transdiciplinario de Estudios de la Prospectiva de la Facultad de Economía de la
Universidad de Chile, y los aportes recientes del
RIAL
*,
son parte de un semillero
intelectual que esperamos algún día prospere en nuestro país y el continente.
Para los modelos liberales y neoliberales, las crisis cíclicas son: "turbulen–
cias de un sistema próspero argumentan muchos de ellos. Empero las nuevas
ortodoxias que comienzan a proliferar conducen, cuando ellas se aplican, a
resultados decepcionantes tanto en el plano del crecimiento como en el de la
inversión y el empleo. A la creencia en la idea de una expansión indefinida sucede
una visión cada vez más dominada por la opacidad y la incertidumbre. El futuro
se toma de este modo radicalmente impredecible. En ausencia de parámetros
estables, la modelística pierde buena parte de su pertinencia y utilidad". Esta
evaluación crítica de Carlos Ominami, también se aplica a los modelos que
cuestionan el consenso keynesiano y a los derivados de la economía política
marxista. Según Ominami: "la influencia de esa vertiente del pensamiento se
encuentra en la actualidad en su punto más bajo" (1985).
Para los críticos de izquierda los proyectos y utopías liberales son denuncia–
dos porque niegan la crisis mortal del capitalismo en su fase posnacional. Las
opciones no-capitalistas, a su vez, son descalificadas, por liberales y conservado–
res, como estratagemas para su afán de dominación intra e internacional.
Los extremos a veces se unen en la creencia algo ingenua de tener la llave
maestra para controlar el devenir de la historia. La capacidad de resistencia y de
rebelión de los pueblos y su capacidad de invención de formas inéditas de
resolución de conflictos no es valorizada; tampoco hay especial atención a los
valores culturales y religiosos que son esenciales para cualquier modelo que
pretenda hacer de este mundo un "hogar para el hombre".
Mientras los pesimistas tienen una imagen del mundo futuro neomalthusia–
na, que sostiene que en definitiva la población aumentará más que los alimentos,
afectando a los más pobres con hambrunas insospechadas; los optimistas, por su
parte aseguran que en el los próximos años las necesidades materiales serán
satisfechas por medio de las potencias superindustrializadas y sus seguidoras. La
torta, para unos, es finita, para los otros ilimitada. Para unos el capital y la
tecnología son ilusorios, y para los otros, la clave para resolver los temores. Para
los que anuncian el Fin del Mundo, las crisis sociales y guerras son inevitables,
*RIA~:
Programa de Relaciones Internacionales de América Latina.