Idealismo e imperialismo en la política exterior de estados Unidos - page 5

nes estructurales se ha manifestado en una "crisis" de conciencia pero
no en "una" política de cambio radical en materia de Derechos Hu–
manos. De hecho, coexisten varias crisis y políticas que explican !as
campañas de concientización en torno a estos der-echos. Hacia la próxi–
ma década la acumulación de estas crisis y la agudización de las con–
tradicciones entre estas políticas podrían significar un mejoramiento
substancial en el campo de los Derechos del Hombre y los Derechos
de los Pueblos.
Hasta el momento, se intentan distintas políticas de Derechos Hu–
manos dentro de la Administración Carter y otros organismos inter–
nacionales, cada una de las cuales responde a div-ersos "grupos de
intereses" y gobiernos que sustentan ideas y estrategias diferentes,
pero que tratan de aglutinarse en torno a este movimiento de opinión,
que por lo amplio sirve para reunir a sectores heterogéneos y hasta
contrapuestos. Con todo lo positivo y promisorio que significa este
mayor grado de conciencia, se sostiene que esta crisis política e ideo–
logía se encuentra a un nivel de actividades sectoriales y de declara–
ción de principios, semejante a un nuevo manifiesto no comunista,
pero que aún no se transforma en "una" política de Derechos Humanos:
realista, coherente, universal y globalizante. Este "manifiesto" es re–
flejo de la "crisis del espíritu" y aún no produce una revolución en
el orden político interno ni externo de Estados Unidos, ni menos en
los otros países que forman parte de la comunidad interamericana y
occidental.
Los éxitos logrados son en algunos casos alentadores, pero en ge–
neral incompletos por la falta de coherencia, globalidad, carencia de
diálogo político entre grupos y sistemas económicos y políticos con
distintas situaciones históricas, pero en general decididos a fomentar
el respeto a los Derechos Humanos.
Existen desde 1973 varias políticas "ad hoc" de Derechos Huma–
nos de acuerdo a los distintos "lobbies" de Washington, New York
y Ginebra, pero aún no se adoptado "una" política con respaldo n·a–
cional e int'ernacional capaz de aplicar estos principios a la realidad
del Tercer Mundo.
La opción por el "Idealismo" supone un abandono de la idea de
imperio y de actitudes hegemónicas que tanto en el Norte y Sur de
América, como en el mundo capitalista y socialista, puedan ser caus·a
de tensión en vez de fuente de mayor democratización y de pacifica–
ción internacional. Mientras en
el
Norte los atavismos de la idea
imperial son causa de fricciones, hacia
el
Sur los nacionalismos son
exacerbados y crean mayor escepticismo acerca del futuro de estas
políticas.
El movimiento en favor de los Derechos Humanos requiere de
UQ.
mínimo común denominador político entre los países y grupos que
conforman el sistema internacional
y
esta meta aún no se ha logrado.
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