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Cuando comencé mi actividad de docencia universitaria, hace de esto unos quince
años, tenía la óptica teórica del profesor de Derecho Internacional que veía el terna desde
este lado de un escritorio, pero un día, en 1985, fui destinado a una zona de conflicto y
descubro otra realidad; la otra cara de lo que enseñábamos.
En 1985 yo estaba en Roma y el gobierno uruguayo decide abrir la embajada
residente en Irán. En esa misión permanecí en Teherán durante más de cinco años que
incluyen la Guerra Irán-Irak que terminó en 1988 y la última Guerra del Golfo de 1991.
Salí de Irán el día que terminó la última Guerra del Golfo en febrero de 1991.
Durante la Guerra Irán-Irak comprobé sorprendido que todo lo que había repetido
frente a los alumnos, allí no existía. Corno la comunicación con el mundo era escasa porque
ninguna aerolínea volaba a Teherán, las antenas parabólicas estaban prohibidas y los télex
y teléfonos no funcionaban durante meses, yo imaginaba que el mundo, que la comunidad
internacional, se horrorizaba por los bombardeos a las zonas civiles, el tratamiento dado
a los prisioneros de guerra y el uso de armas químicas.
Mi sorpresa se transformó en indignación cuando comprobé que esas violaciones no
eran importantes para la comunidad internacional y que ni siquiera justificaban su men–
ción en la prensa.
Durante los años 1986, 87 Y88 Irak bombardeó diariamente las zonas civiles, las
ciudades, de Irán, incluida Teherán donde yo residía, con la finalidad de minar la moral
de los combatientes que estaban en los frentes y que sabían que sus familias podían ser
alcanzadas.
Irán respondía bombardeando Bagdad y otras ciudades, por eso se llamó la Guerra
de las Ciudades.
Simultáneamente Irák utilizaba armas químicas contra militares y algunas poblacio–
nes civiles en Irán.
El gobierno de Teherán invitaba al cuerpo diplomático acreditado en esa capital a
visitar con médicos o medios técnicos a los heridos, en general mujeres y niños, y pedía
que se informara a los gobiernos.
Por solicitud del decano del cuerpo diplomático tuve la misión de tornar las fotos de
las víctimas de arma química, cuyas copias se distribuyeron a todas las misiones ydebieron
haber llegado a las cancillerías.
Casi nadie se ocupó del terna y recién fue noticia cuando en marzo de 1988 Sadam
Hussein atacó Halabjjé en el Kurdistán y las fotos en vistosos colores de mujeres y niños
sorprendidos por el arma química, fueron la tapa de las principales publicaciones del
mundo.
¿Por qué la publicidad y el horror en 1988 yel silencio complaciente en 1986 y 1987?