América Latina y el Sudeste Asiático: perfiles de cooperación regional - page 51

MANFRED EMMES - MANFRED MOLS
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manejado y utilizado, ambas partes de América han tenido partes com–
plementarias en éste, lo que permitió al Canciller mexicano·Luis Quin–
tanilla formular en 1954 la declaración, no contradicha, de que en
América no
"nos reúnen solamente la proximidad geográfica y experiencias
históricas similares; más allá de eso, compartimos una idea de la
sociedad y del mundo, ... la que nos destina a vivir juntos".
Por esto es necesario leer con cautela las ocasionales declaraciones
latinoamericanas en que se descalifica a la
OBA
como "una sociedad
anónima entre un gato y veinte ratones" o "el ministerio de colonias de
los Estados Unidos". Latinoamericanos influyentes -como el eminente
jurista chileno Alejandro Alvarez- se han sentido tan comprometidos
con la idea del hemisferio occidental a través del paramericanismo, que
hasta hoy se hace referencia al sistema interamericano como una ttmul–
tilateralización de la doctrina Monroe".13 Además, es necesario recordar
que en las complejas negociaciones que precedieron la fundación de las
Naciones Unidas, fueron los latinoamericanoS quienes insistieron que
los artículos 51 y ss. de la Carta dejaran abierta la puerta a los arreglos
regionales, por cuanto consideraban que el acervo de experiencias posi–
tivas del sistema interamericano aconsejaba no renunciar a él.
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No nos interesa aquí tratar las alternativas históricas del sistema
interamericano y el cambio de sus funciones que se insinúa en los últimos
años. Bajo nuestro punto de vista, la significación del sistema como
camino a la unidad latinoamericana reside en su función como factor
federativo, lo que ocurre en varios sentidos.
Primero, por muchas décadas el sistema fue el único circuito fun–
cional de agrupaciones para reunir a los dirigentes políticos y-de manera
creciente- a los altos funcionarios de Latinoamérica. Por largo tiempo
el sistema funcionó como un sistema de cooperación y comunicación
regional de características únicas, que no se encontraban en otras re–
giones del mundo. Especialmente antes de los años 60 se estaba ya
perfilando un foro de encuentros latinoamericanos que se prestaría
magníficamente para el ensayo de futuros roles de cooperación e inte–
gración, el que sigue conservando ese rango -que podríamos llamar
propedéuti~
porque muchas veces sigue siendo más importante
y
más
práctico (incluso desde el punto de vista financiero) reunirse en el marco
de la
OBA
antes que en algunas de las agrupaciones ministeriales intra-
latinoamericanas.
.
UTom Farer, "The changing context oí inter-American relations·, en: T. Ferrer
(cd.).
The
FUIUTe
.o/tIu: lmer·Amerú:an Sy$tem,
(Nueva York: 19'79),
XV-XXlD, XVII.
l"Ver
la argumentación en este sentido de Norman
A.
Bailey,
LIllinAmeric:o
in
World Politics,
(Nueva York: 19(7),
pp.
150
Y
ss.
1...,41,42,43,44,45,46,47,48,49,50 52,53,54,55,56,57,58,59,60,61,...390
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