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Introducción
Hay gran interés en la investigación con
embriones por el posible uso terapéutico
de las células pluripotenciales embriona-
rias
(1,2)
. La cuestión ética a dilucidar es
si el embrión puede considerarse un ser
humano con derechos o, simplemente, un
ser con la potencialidad de llegar a ser
humano o persona (y sólo en ese momen-
to sería sujeto de derechos). El respeto y
la protección que la sociedad le brinde al
embrión depende de su estatuto. El usar
embriones para la investigación en tera-
pia génica daría utilidad a embriones que
han sido congelados en procedimientos
de fecundación
in vitro
y que no van a
ser implantados, cuestión que ya se ha
comenzado a permitir en varias legisla-
ciones europeas.
Formación del cigoto o
concepción: inicio de la vida
Ningún científico dudaría en responder
que el inicio de la vida humana tiene lu-
gar en el momento de la fecundación,
cuando surge una realidad nueva y distin-
ta: el cigoto, con una potencialidad pro-
pia y una autonomía genética, ya que,
aunque dependa de la madre para subsis-
tir, su desarrollo se va a realizar de acuer-
do con su propio programa genético.
Toda vida –de cualquier ser vivo multice-
lular que se origine por reproducción
sexual– comienza con una célula, y las di-
ferencias específicas se hayan contenidas
en la información genética que posee di-
cha célula inicial. En el ser humano la vida
comienza con la formación del cigoto por
unión de dos células germinales de sexo
opuesto: el espermatozoide y el ovocito,
que poseen cada uno la mitad de la infor-
mación genética para generar un nuevo ser
humano. La unión del ADN materno y
paterno forma una nueva molécula de
ADN para formar un nuevo ser humano
con su individualidad propia y sus genes
propios. El cigoto está formado por una
célula única provista de una copia maes-
tra de genes, los cuales, además de su ca-
pacidad de replicación, son capaces de con-
trolar, en interacción con moléculas
reguladoras presentes en el citoplasma del
cigoto, la formación del cuerpo a través
de la generación de proteínas. Éstas no
solamente forman parte de la estructura
del cuerpo, sino que, además, controlan
cómo y dónde ocurren los procesos quí-
micos dentro de las células del organismo.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que
la fecundación es un proceso, no un ins-
tante, y que dura de 18 a 24 horas. Des-
pués de la unión del espermatozoide y el
ovocito se genera el cigoto con la forma-
ción de los pronúcleos masculino y feme-
nino, los cuales poseen los complementos
cromosómicos respectivos que juntos res-
tauran el número diploide de cromosomas
que hace del cigoto una célula con toda la
información para ser humano. El núcleo
del ovocito reanuda la meiosis después de
X. Ética de la investigación con embriones
humanos
Eduardo Rodríguez Yunta
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