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MARIPOSAS
Como dos luceros indolentes que arrullan su retiro, extenuándose a un abrazo que
se anuncia en la hora señalada. Lo que no sabremos oficiar: el saludo y la lujuria de
un dios olvidado. Seguirán bogando en el ramaje más oculto del lamento. El reflejo
infiel lanza un zarpazo de agonía.