Tercera Parte / Panel de Comentarios a Cargo de Profesores Investigadores
47
Raúl Atria, Rodrigo Salcedo, Jorge Martínez Pizarro y Marcelo Martínez Keim
al respecto, el “perdonazo” migratorio del
año 1996, que se repitió en el año 2000, sin
que haya habido ninguna sistematización
o información que permitiera comprender,
explicar y atender mejor las necesidades de
la población inmigrante.
Es decir, en Chile no se conocen las ca-
racterísticas y necesidades de la población
inmigrante porque no se ha sistematizado
su información, lo que se logra menos en la
medida en que aún no existe una política que
contemple requisitos ex ante al ingreso de
extranjeros (los países, en la medida en que
se desarrollan, transitan desde los requisitos
ex post a los requisitos ex ante), salvo si el
funcionario de turno tiene alguna sospecha
que por lo general carece de fundamentos,
con lo negativo que podría ser para los de-
rechos humanos de las personas extranjeras.
Este hecho ya está creando una situación
bastante perversa, ya que las personas que
ingresan al país, después de un tiempo se
auto denuncian en Extranjería, pagan la multa
respectiva, obtienen un carnet de identidad
válido por un año y regularizan su situación,
pero de manera muy precaria, tanto para ellos
como para el propio Estado, que no procesa
información relevante para desarrollar estrate-
gias de inclusión que contribuyan a fortalecer
la cohesión social, más aún en un país como
el nuestro, que sabemos perfectamente es un
país excluyente y segmentado.
Piensen en el ámbito de la educación
superior. En Chile, los extranjeros no tienen
derecho a créditos universitarios ni becas
-con la excepción de la beca Juan Gómez
Millas- en el marco del sistema de ayudas
estudiantiles. Es decir, las familias inmigrantes
que llegan a Chile, que por lo general valoran
mucho al país porque funciona, no tienen
mecanismos efectivos de inclusión a la edu-
cación superior para sus hijos. La mayoría de
los jóvenes extranjeros están condenados a
conformarse con la enseñanza media. Es de
esperar que se haga efectiva una aplicación
que el Ministerio de Educación se encuentra
estudiando. Nos referimos a la posibilidad
de que la Beca de Excelencia Académica,
que se entrega a quienes se encuentren en
el 5% de mejor promedio de notas de sus
colegios, se extienda a los jóvenes que,
aunque sean extranjeros, al menos cuenten
con la condición de residentes.
Porque si no se implementan mecanismos
de inclusión social, si no se corrige este
problema a través de una política, se está
incubando una bomba de tiempo que segu-
ramente verá aumentado su poder destructivo
si la municipalidad, por su parte, tampoco
no implementa estrategias adecuadas.
Por eso se está advirtiendo en el barrio
que la xenofobia está cundiendo en las per-
sonas más vulnerables. Es común escuchar
en algunos vecinos y vecinas, que los niños
chilenos están siendo desplazados de los
jardines infantiles por los niños peruanos
toda vez que sus familias obtienen un puntaje
favorable en la ficha de protección social.
Sobre estos hechos, hay que hacerse cargo.
Basta recordar que en la campaña de la
última elección parlamentaria, un candidato
–Cristián Espejo, de la UDI– hizo un plan-
teamiento a mi juicio xenofóbico, que caló
profundamente en la población del distrito
electoral de Santiago.
Este planteamiento se enfrentó con
discursos doctrinarios del tipo, “mire, yo
estuve en el exilio, me trataron muy bien,
me acogieron, debemos devolver la mano”.
Lamentablemente, ése no es un discur-
so que le haga sentido a la gente que se
siente desplazada de los servicios sociales.