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rio
hace
inasde cuarenta
anos;
pro
este
sentimiento
no nos
arrastrar
una
ciega
adoracion.
Ta
idolatria
exagerada
por
el
fanatismo,
sucede
amenudo
que
perjudiea
tanto
ai
idolo
como
ai
adorador.
El
nombre de Carrera para
algunos
de nuestros lecto-
res,
tiene tal
vez
un
estigma
que
las
tradiciones
populares
han
pretendido
marcar
con
un
sello
indeleble
ai
travs
del
tiempo
que,
as
como
la
distancia,
magnifica
los
objetos
pa
ra
ensalzar para
deprimir
la
reputacion
de las
personas de
alto
rango, y las
formas
y dimensiones de
los acontecimien-
tos
que
los
hicieron
espectables.
Pro este
juicio
siniestro
de
reprobacion,
trasmitido
hasta
la
poca
presente
por
la
detraccion
exagerada
de
la
pasion
poltica
de
algunos
con
temporneos
de
Carrera,
lo
consideramos
en
estremo
abul-
tado,
y
por
lo
tanto
desnudo de
imparcialidad.
Est
tam
bin vinculado
la
fatalidad
de la ilustre
vctima.
;Des-
venturado!
No
siempre
es
equitativa
imparcial
la
historia de
Jos
seres
privilegiados
por
su
gran
poder
de
inteligncia,
que
de
tiempo
en
tiempo
aparecen
en
el
gran escenario de
las
naciones
como
meteoros
deslumbradores
y
fugaces:
la
ma
yor
parte
de
las
veces
en sus
falsas
apreciaciones
los
juzga
por los
resultados,
sin
remontarse
las
causas
que
produje-
ron
los
sucesos
en
que
desempenaron
el
rol
de
protagonis
tas.
El
vulgo,
constantemente
crdulo
y
candoroso,
acepta
sin
exmen detenido
las
opiniones
propagadas
en
el
inters
insidioso del
espirito
de
partido, siempre egoista,
sistemti
co
y exaltado.
La
multitud
generalmente
no
tiene
otra
regia
de critrio
que los
lrcchos
consumados,
y
estos
desfi-
1,2,3,4,5,6,7 9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,...88