Los tratados entre la Nación Mapuche y la Corona de España

123 Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española Mientras se buscaban estos santos huesos, se ordenó que se cantase una misa con toda solemnidad, en nacimiento de gracias por los buenos sucesos desta jornada, y para ejem- plo y edificación del gentilismo y consuelo desta arruinada y casi del todo destruida cristiandad, y fué cosa admirable que, estando altercando sobre el lugar y sitio que se eligiría, y ha- biendo resuelto que se dijese en la ruinas que habían quedado de la iglesia mayor, corrió voz por dos veces que no, sino en una de aquellas huertas que sobresalía allí más fresca y apaci- ble; y así , aunque para decirla en la dicha iglesia, á la tercera, parece que llevados de una fuerza secreta, se resolvieron de que se dijese en la dicha huerta, donde se compuso el altar y se levantó en él un crucifijo que llevaba consigo, para su evoción, el general D. Diego González Montero. Y estuvo la maravilla en que, acabada la misa, se averiguó que aquella huerta fué de una señora abuela de la mujer deste caballero, la cual había llevado consigo de España este santo crucifijo, y muerto en sus brazos; que parece quiso con esto este Señor honrar aquel primer sitio, donde había sido honrado y adorado de sus de- votos siervos. Asistió á esta solemnidad el Marqués y toda la caballería, y quedó la infantería en guarda del bagaje; celebrose con mucha música y aparato de cajas, trompetas y clarines, con notable admiración de los gentiles, y tanta devoción de los cautivos españoles (que en cuarenta y dos años no habían visto semejante acción), que uno de ellos todo el tiempo que duró la misa tuvo sus ojos hechos dos fuentes de lágrimas, enterneciendo y regalando con ellas los corazones de los que le miraban.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=