La agenda pendiente en educación: profesores, administradores y recursos: propuestas para la nueva arquitectura de la educación chilena

49 A pesar de que la mayoría de las personas reconoce la importancia de mejorar la calidad de los sistemas educacionales para reducir la pobreza y la desigualdad, y aumentar el desarrollo económico, la manera de hacerlo no está clara. Un creciente conjunto de evidencia apoya la noción intuitiva de que los docentes desempeñan una función clave en lo que respecta a qué, cómo y cuánto deben aprender los estudiantes. Atraer personas calificadas a la profe- sión docente, retener a estos maestros calificados, entregarles las competencias y conocimientos necesarios y motivarlos para trabajar duro y esforzarse al máxi- mo son probablemente algunos de los principales desafíos para la educación en Chile. L a efectividad docente ¿Cómo sabemos si un docente es efectivo? ¿Quién es un buen maestro? ¿Cuáles son las características de un buen maestro? Casi todas las personas que han pasado por el sistema escolar pueden recordar a algún maestro excepcional. Las personas suelen entregar una diver- sidad de razones para explicar por qué su maestro o maestra es excepcional, desde ser “cariñoso/a y preocupado/a”, “culto/a”, un/a “buen/a comunicador/ a”, hasta el hecho de ser “exigente” y “estimular a los alumnos a trabajar duro y ampliar sus propios horizontes”. Estos son comportamientos complejos que no se miden fácilmente. En efecto, la medición de los factores que poseen los maestros eficaces y que no poseen los otros maestros ha resultado técnicamen- te difícil y onerosa. Esta dificultad de medir los factores que hacen eficaz a un maestro plantea uno de los desafíos para el diseño de incentivos docentes. En último término, lo que debería preocupar a la sociedad es si los docen- tes están generando aprendizaje en sus alumnos. En otras palabras, a pesar del hecho de que la demostración de afecto por parte de los maestros y su dominio de los conocimientos de la asignatura que enseñan son comportamientos que probablemente estimulan a los alumnos a aprender, no todos los maestros que son afectuosos o dominan su materia son también maestros eficaces. Para nosotros, un docente es eficaz cuando existe evidencia de que sus alumnos han adquirido los conocimientos y habilidades adecuados. Para medir la eficacia de un docente, en primer lugar nos basamos en los indicadores de aprendizaje de los alumnos disponibles a partir de las evaluaciones nacionales de los conocimientos de las asignaturas (usualmente lenguaje y matemáticas). Véase, por ejemplo, Rivkin, Hanushek y Kain (1998) y Rockoff (2004), que presentan evidencia del hecho de que la calidad de los docentes tiene un fuerte impacto en el rendimiento aca- démico de los alumnos. Más específicamente, Ehrenberg y Brewer (1995) y Ferguson y Ladd (1996) presentan evidencia de que las habilidades matemáticas y lingüísticas de los docentes están fuertemente relacionadas con los indicadores educacionales. Emiliana Vegas

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=