Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa

Carmen Gloria Garrido 158 o incluso antes, cuando soñamos tenerlos. Zygmunt Bauman, filó- sofo recientemente fallecido, nos señala que el goce se alcanza en esta sociedad en las tiendas, en el consumo de lo emergente, de la novedad, y de esta manera vamos olvidando el placer de lo cotidiano. No hay tiempo. No hay tiempo para convivir y niños, niñas y jóvenes quedan de algún modo en la indefensión frente a los males del mundo, escondiendo su genuinidad e idealismo, su dolor, su frustración y su autocrítica bajo murallas o silencios hasta que haya tiempos y espacios reales para ellos/as. Hoy la sociedad niega lo distinto, no reconoce al otro o la otra en su diferencia, pero sí como diferente, tal como lo señala el autor argentino Carlos Skiliar. Pareciera que se acepta solo lo igual, lo parecido. Se homogeneiza al individuo, se invisibiliza lo que distingue a cada cual y no recordamos que siempre estamos frente a personas desconocidas, lo que puede abrirnos a la posibilidad de conocerlas o a la posibilidad de obviarlas y etique- tarlas como diferentes. Vivimos en una sociedad desagregada, dispersa y que no espera. Es impaciente. Como señala el filósofo francés Philippe Meirieu en un pequeño escrito llamado «El antídoto», vivimos en una sociedad de control que quiere nuestro bien, que administra escenarios de control y que olvida considerar aquello humano como soñar, crear o contemplar. En este escenario nos vemos envueltos, nos afectamos y se afectan nuestras relaciones. «Necesitamos escapar de la trazabi- lidad de nuestras vidas cotidianas», como señala el mismo Meirieu, recuperando espacios y tiempos para aquello aparentemente inútil, porque muchos y muchas se quedan al margen o se refugian en es- cenarios virtuales o relaciones poco sanas que generan malestares psicológicos, como trastornos, depresiones y violencia. En este lugar en que nos encontramos se sitúa también la escue- la, con un modo de relación y una práctica educativa que debemos revisar para preguntarnos, por ejemplo, ¿por qué los/as estudiantes no hablan de sí mismos/as, de sus historias, sus emociones? ¿Por qué los espacios de diálogo real son un hito, una novedad en la sala de clases? ¿Por qué en la sala de clases no se valora la diferencia, que es lo que nos hace ser como somos?

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