Planificacion y evaluacion para los aprendizajes en educación infantil desde un enfoque de derechos

65 (2002), preguntándose ¿por qué razón es esto?, invitándonos a reparar no solo en los cambios acelerados en que el escenario se modifica constantemente, sino también en las negociaciones permanentes a que los educadores estamos expuestos. Por una parte, los avances, mercados, tensiones internacionales y la competitividad y, por otra parte, la búsqueda de un ser humano integral y valórico. Por tanto, señala la autora señala: “La calidad de la educación está unida al ser y al tener, subordinando el tener al ser y, por consiguiente, la calidad de la educación es la búsqueda de un trabajo de formación de los niños, jóvenes y de los adultos en el proceso de educación continua hacia el cumplimiento integral de su desarrollo humano, tanto cognitivo como afectivo, como psicomotor en vías de encuentro con valores propiamente humanos, vinculados con el amor recíproco y reconocimiento recíproco de las personas” (Soto 2015: 242). De esta manera, coinciden importantes estudiosos al respecto, como lo ha señalado Zabalza (2008), al hacer alusión al equilibrio entre iniciativa infantil y trabajo dirigido por el adulto, o bien dentro de las prácticas pedagógicas que teóricamente debieran asociarse con el desarrollo y aprendizaje infantil. Tietze (2010) señala el trato directo con el niño, los estímulos que recibe en las diferentes áreas del desarrollo, el tipo de interacción que se fomenta entre el adulto y el niño, la reciprocidad en las iniciativas para elegir actividades entre niños y adultos, el tono y clima de la interacción, la interacción de los párvulos entre sí, la participación de los niños en los procesos y experiencias y la inclusión de la familia en la tarea pedagógica. Todo ello podríamos decir está o debiera estar presente en una planificación. Del mismo modo, Peralta (2002) hace alusión a la importancia que tiene, al momento de planificar, que se considere el rol protagónico de los niños y niñas, lo mismo la participación activa de las familias y comunidad educativa, así como favorecer una adecuada selección cultural de los contenidos, lo que llama la autora Pertinencia Cultural. Agrega, además, la trascendencia que tiene el estudio del desarrollo de nuestros niños y niñas, tomando investigaciones de nuestros países, lo que se debe plasmar en experiencias equilibradas entre competencias u objetivos de diferente tipo: afectivas, sociales, motoras e intelectuales.

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