Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

Crisis climática: El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático es “un código rojo para la humanidad”, en palabras de António Guterres, secretario general de la ONU. Según el estudio, si no se hacen cambios drásticos e inmediatos, la vida en el planeta se verá afectada de forma radical: sequías feroces, megaincendios, escasez de agua potable, olas de calor y desplazamiento de poblaciones son algunas de las consecuencias. Laura Gallardo y Anahí Urquiza, investigadoras del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)² y académicas de la Universidad de Chile, plantean alternativas para enfrentar la crisis y hacen un llamado a entender la acción climática como un dilema colectivo marcado por la desigualdad: quienes son más responsables por el calentamiento global son los menos vulnerables a sus repercusiones. POR LAURA GALLARDO COLUMNA El desafío que requiere equidad C omo es sabido, el cambio climático y sus consecuencias ya lle- garon y se constatan por doquier, incluyendo algunos cambios irreversibles en el sistema climático a escalas de tiempo humanas. Esto, cuando la temperatura global ha aumentado respecto del perío- do preindustrial en 1,1ºC. Si no actuamos ya, se prevé que el efecto será crecientemente más grave y difícil de enfrentar. Desde un punto de vista geofísico, en el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) sobre las bases fí- sicas del clima, se afirma, por ejemplo, que “limitar el calentamiento global requiere de reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de emisio- nes de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernade- ro. Esto no solo reducirá las consecuencias del cambio climático, sino que mejorará la calidad del aire”. ¿Y qué tiene que ver lo anterior con la equidad y con la equidad de qué o de quiénes? Así como el consenso científico expresado por el análisis de años de investigación y acumulación de evidencia en las ciencias físicas del clima indica que cada tonelada de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera redunda en un calentamiento, el análisis y ponderación de la evidencia en las ciencias sociales permite concluir que la vulnerabilidad frente al cambio climático se amplifica por la inequidad social y económica. Por otro lado, las necesarias re- ducciones fuertes, rápidas y sostenidas de emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero no ocurren espontáneamente, sino que deben ser decididas por actores sociales humanos, de carne y hueso y, ojalá, por la mayoría de ellos. Y allí nos encontramos con las inequidades sociales y políticas que se derivan de cómo convivimos en las sociedades humanas y, ciertamente, cómo tomamos decisiones y quiénes tienen el poder para hacerlo e influir en ello. Así que enfrentar el cambio climático NO es solo un problema de tecnologías de mitigación o de uso de energías limpias. Eso es una condición necesaria, pero no suficiente. Tampoco hay “balas de plata” o soluciones fáciles. Los cambios requeridos afectan nuestra forma de convivencia social y el cómo tomamos decisiones, es decir, la política Una contienda 40

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