Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

gena en la Convención, y haber contado nuestra verdad histórica como pueblo atacameño lickanantay en la voz de Ximena Anza y Edith Parra en la comisión de DDHH y escuchar a los otros pueblos contar la suya y visibilizar su historia viva. Ricardo Neumann (Vamos Por Chile) Distrito 16 – Región Del Libertador Gral. Bernardo O’Higgins H ay muchos sentimientos en- contrados estas primeras semanas. Se mezcla la sensación apasionante de participar en un proceso que definirá el futuro de Chile, con ciertas señales que te hacen pensar que esta oportunidad histórica podría des- aprovecharse. Creo que la Convención, además de ser una instancia jurídica, es una instancia cultural, donde debemos encontrar entre distintas posturas una forma de relacionarnos políticamente de manera pacífica, equi- librando nuestra diversidad con elementos de identidad en común. Encontrar ese elemento de cohesión social es un factor esencial que aún no veo en una Convención que pareciera discutir gran parte de los temas desde una excesiva lógica identitaria que fragmenta en vez de unir. La nueva Constitución debe ser la casa de todos y no solo de algunos, y la Constituyente debería ser una ins- tancia de reconciliación y no de refundación radical, como a veces se siente: cuando no fuimos capaces de cantar nuestro himno el día de la instalación o cuando se ponen en duda elementos fundamentales como la idea de Nación o el concepto de República. Avanzando las semanas, también he podido percibir ins- tancias positivas. En las comisiones, en general, se ha dado un buen ambiente de trabajo y de diálogo, en las que se ha podido avanzar y llegar a acuerdos. Desaparece el ánimo declarativo de trinchera que se vive en el Pleno y se puede percibir un mayor espíritu de construcción en común. Tengo la esperanza de que la Convención sea una instancia de diálogo, que marque una nueva forma de hacer política, una política que sea capaz de resol- ver los problemas de las personas. Por lo mismo, espero aportar cuando se discutan los temas de fondo, porque esa es la única manera de cumplir con el mandato que nos entregó la ciudadanía, para que la promesa de cons- truir “la casa de todos” no sea solamente un eslogan de campaña. Pese a las dificultades, siempre trato de ver el vaso medio lleno de este tiempo accidentado que lleva- mos en la Convención. Estamos partiendo. Nos estamos conociendo, y también le estamos tomando el pulso a lo que la ciudadanía nos exige. Algunas veces, cuando hemos debido sesionar algunos sábados por Zoom, me pongo optimista cuando veo que al final de la reunión aparecen a saludar por las cámaras los hijos e hijas de varios convencionales. Esos son los momentos lindos. Pese a nuestras divergencias ideoló- gicas, esos son los momentos en que entro en la convic- ción de que todos tenemos en común algo importante para no desaprovechar esta oportunidad que nos pone la historia: acá está en juego el Chile en el que crecerán nuestros hijos y, por supuesto, nadie quiere que eso re- sulte mal. Patricia Politzer (Independientes por la Nueva Constitución) Distrito 10 – Región Metropolitana S i tuviera que definir en una sola pa- labra los primeros dos meses del trabajo constitucional sería aprendizaje . Ha sido una etapa llena de sorpresas y emociones. La primera fue Carmen Gloria Valladares, esa funcionaria pública ejemplar que manejó con maestría la ceremonia de instalación. Las manifestaciones en el entor- no del Congreso y las sensibilidades a flor de piel podían llevarnos a un callejón sin salida. Pero el espíritu republi- cano y la responsabilidad democrática de esta abogada le dieron solemnidad a la ceremonia. Logró que se hiciera silencio y cada cual declaró su compromiso con la tarea de escribir una nueva Constitución. Luego vino la ineficiencia o falta de voluntad política del Eje- cutivo con el proceso constitucional. La hoja en blanco había sido entendida como la nada, no solo en el texto sino en la infraestructura. No había computadores, papel, lápices, tam- poco basureros. Sin embargo, con el apoyo de la Universidad de Chile y de la Cámara de Diputadas y Diputados, en me- nos de un mes se levantó de esa nada una nueva institución de la República: la Convención Constitucional. En pocas semanas, sus 155 integrantes ya habían elegido a una presidenta mapuche, un vicepresidente, siete vice- presidencias adjuntas (dos de ellas con representantes de pueblos originarios), y habían formado ocho comisiones temáticas para comenzar a trabajar. Un mes después, la Comisión de Reglamento recibió la tarea cumplida para armonizar un documento que debe pasar por la aproba- ción del Pleno. Sigo tan optimista como el día en que el Tricel comunicó oficialmente mi elección como Convencional Constitu- 20

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