Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile

to, París y Beirut— llegaron cuando ya nadie lo esperaba, cuando la de- presión y la impotencia, la soledad del individualismo y la humillación de la desigualdad tenían a medio mundo hundido en la derrota. En ese escenario, afirma, Chile se convirtió en el centro de la revuelta antineolib- eral: aquí empezó el experimento de Chicago y aquí puede terminar. —Lo que sucede en Chile tiene una importancia universal. Después de la revuelta caótica de 2019, después de la crisis pandémica y del debate que la acompañó, aho- ra el país se convierte en un laboratorio de la posibilidad contra la catastrófica probabili- dad . Lo probable está claro: un enorme incre- mento de la desigual- dad económica a niv- el global, desempleo, frustración producida por la disciplina sani- taria, concentración del poder en las manos de corporaciones privadas que controlan log í stica, informática y biofarmacología. Pero lo probable no cancela lo posible: una redistribu- ción de los recursos a través de una tasación del capital financiero y de los patrimonios; transformación frugal del consumo, organización comuni- taria de la supervivencia, utilización del conocimiento técnico por la so- ciedad según su interés. Luego del experimento neo- liberal que estalló en Chile, ahora vendrá otro experimento inédito: reconstruir, a través de una nueva Constitución, el cuerpo social y político. ¿Cómo cree que debería ser ese experimento? —No estamos hablando de fór- mulas políticas del siglo pasado, cuando la potencia del conocimiento técnico estaba en las manos de una minoría social. Hoy, la potencia del conocimiento pertenece a una clase social de trabajadores cognitivos expropiados por las corporaciones tecnofinancieras. Tampoco estamos hablando de fórmulas políticas del pasado porque la catástrofe ecológica en curso nos obliga (y nos permite) a pensar en términos de lo concreto-útil, no en términos de acumulación y de crecimiento. Estamos hablando de una experimentación social que tiene que vincular la frugalidad de las ex- pectativas y la reactivación de la afec- tividad social, el placer de vivir que el neoliberalismo ha sofocado bajo una competencia desencadenada, un indi- vidualismo agresivo y un agotamiento nervioso masivo. Se decía que Chile era el país más estable de América Latina y, de repente, vino un caos que aún muchos no logran interpretar. ¿Qué lecciones se podrían sacar del caso chileno? —Cuando la velocidad y la inten- sidad de la estimulación supera nues- tra capacidad de elaboración consci- ente y emocional, reaccionamos con pánico, como organismos al borde del colapso. El caos es eso, la reac- ción de un cuerpo que ha llegado a un punto intolerable de sufrimiento. No podemos juzgarlo en términos morales o políticos, no podemos controlarlo con medidas legales. Lo que tenemos que hacer es entender el ritmo que contiene, entender los deseos que expresa. En Chile, una nueva generación de militantes políticos, sobre todo jóvenes sin experiencia de gobier- no, ha sido capaz de interpretar el caos, de entender la sinrazón, y ahora está tratando de elaborar de manera compartida, democráti- ca y realista las poten- cialidades que trae con- sigo. No será fácil, habrá errores. Y tendr án que enfrentar la reacción del sistema financiero internacional (que ya jugó un papel criminal en 1973) y la reacción de la casta militar. El caos es la única alternativa al automatismo, a la asfixia de la vida cotidiana. ¿Qu é hacer cuando explote el caos? Los que hacen guerra contra el caos serán derrotados porque el caos se alimenta de la guerra. ¿Qu é tenemos que hacer? Tenemos que recordar algunas palabras de F é lix Guattari, cuando en su último libro habla de chaosmosis: en el caos está la búsqueda de una nueva os osis, de “El pánico provocado por la aceleración y la depresión se difunde cada vez más en esta generación ( joven) que aprendió más palabras de las máquinas que de la voz materna. Y en Chile, el efecto ha sido muy visible. El efecto es una nueva activación, una búsqueda de solidaridad afectiva y política”. 15

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