Palabra Pública N°22 2021 - Universidad de Chile

P oco después de las elecciones contituyentes de mayo, Franco “Bifo” Berardi (Bo- lonia, 1949) envió un correo a sus conocidos hispanopar- lantes para pedirles que difundieran una noticia: “estoy traba- jando en el proyecto de una asamblea online organizada por el GRIP (Grupo de Investigación Intercontinental sobre la Pandemia) para reflexionar sobre los acontecimientos chilenos”. La idea era hacer circular una convocatoria para un encuentro internacional en vistas a pensar el nuevo horizonte que, desde el sur del mundo, se abre hacia todo el planeta. “La revuelta chilena y el modo como se viene construyendo un pod- er constituyente es una novedad, una invención política que la convierte en una emergente situación universal (…). Debemos hacer todo lo posible para que la información sobre Chile comience a circular, y también debe- mos entender que el proceso constituy- ente nos concierne a todos, porque es la última ventana abierta en el mundo antes de que la oscuridad sea total”. El texto, que luego apareció en inter- net bajo el nombre “Tiempo de imagi- nar lo inimaginable”, tenía un tono reconociblemente bifeano : apocalíptico, radical; tan urgente como el que se es- peraría de un sesentaiochista como él, que no dejó que el tiempo deslavara su discurso político. Como Paolo Virno, Silvia Federici o Antonio Negri, Be- rardi pertenece a la ola de pensadores marxistas nacidos entre las décadas de 1940 y 1950 que se desmarcaron de la corriente gramsciana del Partido Co- munista italiano, y tal como explica McKenzie Wark —quien lo eligió en su lista de grandes intelectuales que están descifrando el siglo XXI—, una buena parte de su obra ha consistido en desentrañar el semiocapitalismo , ese capitalismo que “toma la mente, el len- guaje y la creatividad como sus herra- mientas principales para la producción de valor”. —Necesitamos difundir global- mente el mensaje que viene de Chile. Este es un punto importante —dice el filósofo desde Bolonia, quien por dé- cadas ha mirado hacia este rincón de América: Chile no es un lugar cualqui- era, afirma, aquí empezó la contrarrev- olución mundial en 1973—. Puedo asegurar que en Europa no se habla de Chile: la prensa, los intelectuales, los sindicatos, lo poco que queda de la izquierda, no han recibido el men- saje, no han entendido el sentido de la elección constituyente. Tenemos la obligación de hacer circular de inme- diato la posibilidad que contiene el proceso constituyente por dos razones: antes que nada, para crear una red de solidaridad, y para denunciar amenazas y ataques contra la democracia en un país que ya conoció la violencia anti- democrática hace casi 50 años. Pero además porque el proceso chileno no es algo aislado, específico de ese país: es la única posibilidad que nos queda de romper el vínculo entre el fascismo y la agresividad capitalista y financiera. Esta entrevista tiene lugar a raíz de la publicación de su ensayo La segunda venida. Neorreaccionarios, guerra civil global y el día después del Apocalipsis , que acaba de publicar la editorial argentina Caja Negra, pero es imposible hablar sobre este y otros de sus libros sin pensar en lo que está pasando en este lado del mundo. Bifo lleva años advirtiendo lo peor: si no salimos de la barbarie del capitalis- mo —que a punta de aceleración, so- breexplotación y competitividad nos tiene al borde de la extinción—, el porvenir será negro. El autoritarismo, el racismo y la violencia de los últimos años son algunos de los síntomas de una enfermedad que parece terminal: “El colapso de la democracia ha sido preparado por cuarenta años de com- petencia neoliberal. Alguien dijo en el 68: ‘Socialismo o barbarie’. No fue un juego de palabras, sino una lúci- da predicción”, escribe en La segunda venida , un libro en el que, como en Después del futuro (2014), Fenome- nología del fin (2017), Futurabilidad (2019) y El umbral (2020), vuelve a un ejercicio que lo obsesiona: especu- lar cómo serán los tiempos venideros si no cambiamos el rumbo. Adelantarse a lo inevitable es la primera tarea de los intelectuales, dice Berardi, pero no se trata de caer en una futurología simplona. Parafraseando a John Maynard Keynes, el filósofo ex- plica que lo inevitable por lo general no sucede porque siempre prevalece lo impredecible, y hacia allá, dice, debe apuntar el trabajo intelectual. Basta con pensar en el coronavirus: lo lógico era que el neoliberalismo —y el mundo con él— explotara, pero llegó la pan- demia y vino la implosión. Ese afán por imaginar lo inimaginable explica que sus textos suenen excesivos, pero en su último libro se defiende: a la luz de las revueltas mundiales de 2019, sus “pre- moniciones apocalípticas empezaron entonces a perder el tono irónico de algún profeta exaltado y se convirtieron en sentido común”, apunta. Por esos días, Bifo se dedicó a escri- bir sobre lo que veía a través de las noti- cias: esas convulsiones que sacudieron el cuerpo planetario —desde Santiago, Hong Kong y Barcelona, hasta Qui- 14

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