Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

y también las cosas novedosas que aparecen: estaban las co- cinas veganas, también estaban los tallarines, las porotadas, los porotos con rienda. Y cuando viene la pandemia, empieza a aparecer esta pobreza encubierta. Pero, además, en el con- finamiento, empieza a aparecer la centralidad de la comida, porque la poca plata que tiene la gente la gasta en comida y entonces la comida aparece como foco de lo cotidiano. Ahora empieza la pregunta: ¿qué vamos a comer hoy día? Mira la po- tencia simbólica que tiene esa pregunta, porque la respuesta a “qué vamos a comer hoy día” tiene que ver con un presu- puesto que a lo largo de la pandemia se va haciendo menor, sobre todo en los casos de las personas que pierden el traba- jo. Entonces hay un proceso donde se activa la transmisión cultural de conocimientos relacionados con la cocina a través de distintos medios, uno de ellos Internet, con programas de recetas, y también por medio de la tradición familiar. —Muchas personas que nunca cocinaron se propu- sieron hacerlo y de pronto nos llenamos de gente que estaba haciendo su propio pan. Se reactivan ciertas tradiciones culinarias y eso tiene que ver con el huacharaje y la orfandad. Cuando estás con la angustia del miedo a la muerte, al contagio, estás someti- do a la fragilidad y al desvalimiento. ¿Qué memoria aparece compensando eso? La memoria familiar más antigua, más primaria: me acuerdo de esas cazuelas, esos caldos de mi mamá y mi abuela, y del pan. El pan es una cosa increíble porque empieza a ser un elemento fundamental y toda la gente empieza a subir sus panes a las redes sociales. Lo otro que aparece es el dulce, que tiene que ver con la compen- sación de la angustia y el afecto. Por último, la comida se transforma en una sobrevivencia. Por ejemplo, yo estoy en un WhatsApp de Ñuñoa, que es un barrio de clase media antiguo, y en ese WhatsApp de 200 personas, por lo menos 50 se dedican a preparar platos y a venderlos en sus edifi- cios. ¿Qué preparan? Las recetas tradicionales chilenas. —Somos un país donde las catástrofes son muy fre- cuentes, pero seguimos estando poco preparados para enfrentar contingencias de cualquier tipo. ¿Tiene que ver esto con falta de herramientas de parte del Estado a la hora de planificar cómo se enfrentan las catástrofes? Se ha hablado de esta idea del acontecer infausto: somos un país resiliente en el sentido de que cada vez que ha ha- bido catástrofes, como esta pobreza en la cual todo queda de manifiesto, lo aceptamos con una suerte de resignación, forma parte de nuestro devenir. Pero hay otra cuestión: estas catástrofes han sido utilizadas por los gobiernos, para hacer mejoras, sí, pero también han sido un beneficio político para los propios gobiernos. Cuando hay una catástrofe, está la res- puesta de los gobiernos para decir “esta es mi oportunidad para poder resarcirme y tirar rumbo hacia otro lado”. Creo que siempre ha estado más la reacción que la planificación. Yo siento que hay muy poca proyección, lo ves con el tema de la sequía, llevamos cuántos años sabiendo que estamos en una catástrofe respecto a la sequía, pero no hay medidas. Menos mal que hubo lluvias y ahora se sacan los porcentajes y “no te preocupes, porque podemos vivir el próximo año”. Pero por qué no nos ponemos a pensar en crear nuevas for- mas de canalizar el agua y en lo que ya sabemos: las empresas tienen y cooptan el agua. La pregunta que deberíamos hacer es ¿cuáles serían los aprendizajes de nuestro acontecer infaus- to? Quizás desde la respuesta podamos edificar el futuro. —¿Cree que es posible que una vez que termine la emergencia podamos retomar el rumbo de nuestras vi- das cotidianas tal como las conocíamos? Los cambios que nosotros vamos a experimentar tienen que ver con un horizonte temporal, vas a tener o no vas a tener vacuna y en qué fecha. Creo que no vamos a es- tar toda la vida en esta situación. La humanidad ha tenido pandemias, pestes, terribles mortandades, y se han supera- do, o sea, no son infinitas. Más allá de los cambios, las en- señanzas que esta cuestión deja son fundamentales y desde ahí hay que empezar a reflexionar sobre la vida, la muerte, la enfermedad, cómo estamos habitando el mundo. “Más allá de los cambios, las enseñanzas que esta cuestión deja son fundamentales y desde ahí hay que empezar a reflexionar sobre la vida, la muerte, la enfermedad, cómo estamos habitando el mundo”. 58

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=