Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

vocación por la reunificación de las Alemanias. Por el contrario. Su propia Constitución (a la que no dieron ese nombre justamente por la intención de estable- cerla transitoriamente hasta su reunificación) consa- gró desde los inicios esta posibilidad. Sin embargo, con la construcción del muro, dichas esperanzas se veían, en el mejor de los casos, distantes. A pesar de ello, con el correr de los años Alemania Occidental creció de manera vertiginosa en el ámbito económico y se fue insertando y legitimando cada vez más en el proceso de integración europea. En 1951 fue miem- bro fundador de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y posteriormente sería parte de la Euratom y de la Comunidad Económica Europea (CEE), las tres comunidades que darán origen a la actual Unión Europea. Por lo anterior es que no es posible entender la reunificación alemana sin remitirse a este hecho esen- cial, al artículo 23 de la Ley Fundamental de Bonn y la reaparición de una Alemania Unida. La reunifica- ción se entiende en la lógica de la profundización de la propia integración europea y el deseo de espantar los temores del pasado. A fines de los años 80, dos hechos aceleraron el proceso de integración. En primer lugar, las pertur- baciones en la economía mundial debido a las turbu- lencias que vivió Wall Street en Nueva York en 1987, que hicieron que se depreciara el dólar estadouniden- se y creciera un fuerte movimiento especulativo hacia el marco alemán, poniendo a prueba la paridad mo- netaria y sembrando la duda sobre si la Comunidad Europea estaría mucho más preparada ante la inesta- bilidad bursátil si contase con una Unión Monetaria. El segundo hecho es justamente la caída del muro. Tras la apertura de la frontera austro-húnga- ra, las presiones sociales sobre el gobierno de Erich Honecker en la RDA se hacían más duras sobre la libertad personal de sus ciudadanos, especialmente cuando estos se encontraban envueltos en los nuevos aires del Glasnost y la Perestroika. Ante un confuso incidente en el que se otorgaba la autorización para viajar libremente hacia Occidente de manera in- mediata, el muro fue en unas horas derribado. Este hecho supuso el fin de la bipolaridad y un cambio profundo en las relaciones internacionales, gracias al que tras 40 años se volvía a tocar un tema incómodo para la mayoría de los europeos: la cuestión de la uni- dad alemana. Lo anterior no significó que todo lo obrado entre 1948 y 1989 desapareciera, pero obligó a las institu- ciones europeas y a sus Estados miembros a revisar su estructura y ajustar sus objetivos a la nueva realidad. El 28 de noviembre de 1989, Helmut Kohl pre- sentó ante el Bundestag su plan compuesto de tres etapas para la reunificación. Su intención era lograrla a mediano plazo, no de inmediato. Pese a su mode- ración, esto no fue bien visto por sus vecinos, princi- palmente Reino Unido y Francia. Los recuerdos aún frescos en la memoria de los europeos encendieron las alarmas. Esto se explica porque la reunificación de las dos Alemanias y la inclusión de los cinco Län- ders que formaban la RDA implicaban un aumento de la población a unos 60 millones, superando a sus socios europeos, afectando el equilibrio existente con estos países. Asustaba el desequilibrio de las relacio- nes de fuerza, en especial en términos económicos, políticos, demográficos y diplomáticos. Los fantas- mas del pasado vieron en la reunificación alemana un potencial peligro para la construcción europea y para el continente. ¿Se iría a alemanizar Europa? ¿Volverían los deseos hegemónicos del pasado? ¿O estarían dispuestos a europeizar Alemania? Como es- cribe Hans Kundnani, la Primera Ministra de Reino Unido, Margareth Thatcher, “creía que el ‘carácter nacional’ alemán, así como el tamaño y la posición de Alemania en el centro de Europa, harían de ella ‘una fuerza desestabilizadora’ más que estabilizadora para Europa”. Los temores eran compartidos por François Mit- terrand y por lo mismo tuvo la idea de que la unidad europea precediera a la unidad alemana y que cada Alemania mantuviera su estatuto, y que diez años más tarde se reunificara. Sin embargo, los hechos tu- vieron su propia dinámica y ya en 1991 Alemania estaba reunificada. Frente al temor y lo vertiginoso de los cambios, se postuló la idea de pedir a Alemania 57 DOSSIER

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