Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

E n Del inconveniente de haber nacido, Emil Cioran escribió: “dice el Zohar que ‘en cuanto apareció el hombre aparecieron las flores’. Más bien creo que estaban ahí desde mucho antes, y que su llegada las sumió en un estu- por del cual todavía no se han recuperado”. Tal vez algo parecido le ocurrió a la izquierda a fines del siglo XX, y particularmente a partir de eventos como la caída del Muro de Berlín. Se olvida a menudo, en estos tiempos, que el sueño revolucionario de la modernidad no fue sólo una discusión de intelectuales sobre marxismo, o las luchas internas y externas de los partidos políticos por la toma del poder. La revolución como horizonte se parecía a la Arcadia Feliz o al reino de Dios en la tierra de los milenaristas medievales; era el paraíso como lo imaginan los pobres, con largas y generosas mesas cubiertas de comida, con ríos de leche y miel, con poderosos despojados de sus galas y pastores li- berados de la servidumbre. Una sociedad sin ricos ni pobres, sin palacios para unos pocos y hambre para la mayoría, un mundo donde quien trabajara con sus manos no tuviese que doblar la cerviz frente a las manos ociosas de quienes vivían de su trabajo. En nombre de ese sueño, todo sacrificio cobraba sentido y se justificaba; por ese mundo sin miseria y sin amos valía la pena dedicar la vida y la muerte, tomar la plu- ma y el fusil y sumarse a la batalla contra el capital, la propiedad privada y el Estado burgués. Entre esos sacrificios y las imágenes y poéticas de esos sacrificios, no estaba, evidentemente, que el La caída del Muro de Berlín y las preguntas abiertas de la izquierda AZUN CANDINA POLOMER Académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile FOTO FELIPE POGA 50

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