Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

Kumedungun / Kumewirin. Antología poética de mujeres mapuches (siglos XX - XXI) Fernanda Moraga García y Maribel Mora Curriao (editoras) LOM, 2011 460 páginas Antología de poesía indígena latinoamericana Jaime Huenún (compilador) LOM, 2008 220 páginas Mujeres a la intemperie - Pu zomo wekuntu mew El Suri Porfiado, 2009 48 páginas Tejido con lana cruda El Suri Porfiado, 2010 48 páginas Resuello Marisma, 2018 80 páginas “Lo suyo es pensar las fracturas para maniobrar formas de remendar la lengua y recoger las esquirlas, como una dedicada zurcidora”. teriores a la guerra del Desierto. Luego, partie- ron a la ciudad a trabajar. Liliana estudió Letras y se dedicó a la docencia en la escuela pública. Además, trabajó en investigación y revitalización del mapudungun, cuya lengua aprendió a la par del nacimiento de su comunidad Ñamkulawen, junto a otros lamngen que migraron a la ciudad de Comodoro. Parte de recomponer los tejidos identitarios está vinculado a su relación con el mapudungun, pues aunque este aprendizaje apareció como segunda voz o como camino de retorno, para ella es su lengua materna. Por eso fue tan sorpresivo verla aquel día. Una no espera conocer a alguien que admira con un discurso aprendido, a veces salen balbuceos, lenguas que se atoran. Nos saludamos entre to- das, disponiendo nuestros brazos como un puen- te, fracturado por lo que hoy es Chile y Argen- tina, un puente, porque eso es para nosotras la cordillera. Entre la emoción y el impulso de sa- ludar, le dije: “Mari mari ñañita”. Un saludo con cierta confianza, con ternura. Quizás porque mi cuerpo hizo lo mismo que la montaña. Con una voz emocionada y sus cabellos ceniza, me mues- tra sus ojos que sonríen, achinados. Escucho que contesta: “Me dijo ñañita”, arrastrando las últi- mas sílabas como quien acaricia con sus palabras. Después de ese saludo, decidimos que nues- tra mesa debía ampliarse. Las circunstancias se- ñalaban que nuestra charla debía transformarse en un nütramkawün, una multiplicidad de diá- logos y voces desde la composición de cuerpos que anidábamos. No exagero si en la añoranza de esa tarde algo se dislocó para transformar nuestros fragmentos, nuestras esquirlas dañadas que de pronto fueron pura conmoción. En unas horas, entre el público asistente y quienes está- bamos en la mesa pasamos de la risa al llanto y viceversa. Estábamos ante el testimonio ardiente 31

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