Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

que se despliegan en los distintos discursos en la actualidad. ¿Eso fue algo que siempre te interesó? Comencé a escribir esos textos durante la transición democrática bajo la pulsión autodi- dáctica que me permitían los libros de ensayos de la editorial Anagrama —de hecho, editó tres claves para mí, Feminismo y psicoanálisis , de Juliet Mitchell, Álbum sistemático de la infancia de René Schérer y Guy Hocquenghem, y Elementos de crí- tica homosexual de Mario Mieli, que me felpearon en teoría y política sexual—; los libros de la edito- rial Jorge Álvarez—casi diría que leerlos era como ir a una universidad laica exquisita y libre— y los del Centro Editor de América Latina, a precios accesibles y editados por capos de la crítica local. La dictadura tuvo un espacio de resistencia en los grupos de estudio: yo estudiaba Freud y Lacan con Germán García, pero la verdadera transmi- sión ocurría en los bares, entre atorrantes sin filia- ción académica alguna. —En un momento de Panfleto hablas de que muchos de estos textos estaban un poco desper- digados para lectoras futuras. ¿Crees que ese fu- turo es nuestro presente? Te lo pregunto porque también siento que tus libros han empezado a encontrar más que nunca lectores dentro y fuera de Argentina. Yo no pensaba en lectoras futuras. Esa es una interpretación estratégica posterior ya que la es- trategia no es un plan sino una adjudicación de sentido de acuerdo a un proyecto presente. No te olvides que no publiqué un libro hasta el año 92, escribía en los diarios donde, como dice el lugar común, con sus páginas se envuelven los huevos al día siguiente. Tampoco era una lectora especial- mente activa, era como la mayoría del entorno en que me movía, todos queríamos atragantarnos con la apertura de la importación a los libros censura- dos, a la obra de los militantes de izquierda que comenzaban a volver del exilio y a la circulación libre y la reunión en la ciudad. Es entonces que co- nozco a Josefina Ludmer, a David Viñas. Creo que establecí una cierta transferencia con feministas de Chile como Raquel Olea, Soledad Bianchi, Eliana Ortega, a las que conocí en diferentes épocas. Ojalá no te equivoques con que he comenzado a encon- trar lectores. La idea de Panfleto fue poner a circu- lar de nuevo esos textos cuando el presente puede hacerlos actuar, ya sea para que sean desechados, pervertidos, ignorados. Lorena Palavecino 12

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