Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

Una estética de la pérdida, donde la de- rrota es parte esencial de la identidad. La escritura minimalista, contenida, pero al mismo tiempo filosa, precisa en cons- truir una voz y una escena que se expresa desde el interior mismo de la catástrofe es la que ha realizado Gladys González. Bitácora , su reciente libro, conci- ta además la fuerte presencia de la memoria viva, al modo de un depósito que resguarda el olvido de cada experiencia vivida y observada, de cada imagen y dolor experimentado. El transcurso del tiempo, por lo mismo, se consigna como registro en una bitáco- ra que resguarda y permite a quien habla desafiar al olvido y silencio. “El arte de perder” (9) es un verso clave para ingresar a este poemario donde per- der es concebido como una habilidad, al modo de un arte elaborado con experticia: no hay acá victimización, sino el ejercicio de la derrota. González utiliza el recurso de la ironía y la inversión de sentido versal para exponer a su hablante. De tal modo, cuando afirma derrota se inscribe dentro de las “bestias” (10), “sedientas/ vagabun- das/ aterradas/ con la palabra familia/ y los onomásticos” (ibíd.), marcando la per- tenencia a un colectivo de parias signados de ese modo por la hegemonía patriarcal La disciplina de no olvidar POR PATRICIA ESPINOSA CRÍTICA DE LIBROS que privilegia el orden social a través de la estructura familiar. Estos nómades refrac- tarios son el territorio al que pertenece la voz lírica; sin embargo, no hay pizca de heroicidad en esta pertenencia; tampoco orgullo, pero sí dignidad. Entonces, cada palabra expresa por negatividad en el sen- tido de resistencia y desautorización a una de las convicciones centrales del sistema heteronormado y religioso. Gladys González es una conocida femi- nista, por lo mismo me resultó en prin- cipio extraño que en este libro no exista la marca de género. La ausencia de la in- flexión femenina en artículos, sustantivos y adjetivos es reemplazada por el mascu- lino; es decir, asume el masculino como integrador del binarismo hombre-mujer. Esta ausencia corre el riesgo de desarrai- gar políticamente al/él hablante líricx, sin embargo, desde mi modo de ver, también opera como una marca más de la despose- sión en la que habita esta voz. En tal sentido, lo que podría ser enten- dido como un desperfilamiento se cons- tituye, finalmente, como una más de sus pérdidas. Quiero insistir en lo señalado: es tal la condición de despojo a la que ha sido sometida la voz lírica, que incluso ha sido invisibilizada/destruida en su propia diferencia. No se trata de embozar el fe- menino, sino en definitiva, de eliminarlo Bitácora de Gladys González “El deseo se mantiene vivo en esta escritura capaz de aguzar su mirada y encuadrar un pequeño instante”. P.30 P.P. / Nº10 2018

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