Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

pieza a priorizar el feminismo sin esos matices que tiene esta región y quedan nuevamente postergados estos temas en la agenda. -Yo no sé si esos temas debieran ser parte de su agenda. En realidad creo que si un movimiento político se articula de verdad viendo la realidad compleja que nos ha dado forma, “naturalmente” así será el contenido de nuestras luchas. Pero si no, yo sospecho que esas luchas tienen detrás el privilegio de la comodidad, de disfrutar de lo que esta forma de vida colonial nos ha dejado. Por otro lado, yo no parto de la idea de que el feminismo deba luchar solamente con el Estado y contra el Esta- do. Me parece que cualquier lucha necesita tener elaboraciones o posiciones políticas que busquen pensar una forma de vida di- ferente. La vida no solamente se establece pidiéndole cosas al Estado, aunque podría- mos decir que el Estado somos nosotras, pero es una institución que en el caso de Latinoamérica no es para los indígenas. Las luchas que solamente se articulan frente al Estado son muy limitadas. Porque estas agendas no permiten crear ese marco polí- tico más revolucionario que nos permitiría hacer o buscar otras formas de hacer políti- ca, de relacionarnos, de pensar la vida entre todas y todos. Pareciera que la única forma que tene- mos concebido articularnos es en oposi- ción al Estado y no tomando conciencia de comunidad. -Hay muchas comunidades que han ar- ticulado desde siempre formas de vida, de gobierno, de justicia y que no han necesi- tado para vivir del Estado. El Estado llega hasta ellas, por ejemplo en Guatemala, en formas de violencia. Pero estas comuni- dades han vivido siempre con sus propias formas, cultivan su propia comida, hacen y tejen su propia ropa. ¿Qué están esperando estas comunidades del Estado? Nada, ¿qué se le puede pedir a un Estado colonial? ¿Cómo vamos a crear y mantener formas organizativas para regir nuestras propias vidas?. Esa es una pregunta que me parece que debiéramos hacernos las comunidades, los movimientos. Porque el Estado, ¿en algún momento representó nuestros inte- reses?. Me parece que nunca lo ha hecho. Entonces es mucho más importante pensar de qué manera vamos a defender la vida. Me parece que hasta que no haya una re- configuración organizativa, política, de las sociedades que somos, para crear una nue- va cosa, se llame Estado o como sea, yo a este Estado, así como está, definitivamente no le apuesto. ¿En qué momento de ese darnos cuenta de que debemos reconfigurarnos esta- mos, según usted, en Latinoamérica? -No lo sé, no podría medir eso. Lo que sé es que los pueblos siguen luchando. Y en este momento existe un gran saqueo. Contra sus vidas, sus territorios, sus bie- nes. Quienes nos “gobiernan” siguen con el cinismo de siempre. Me parece que las comunidades rurales, indígenas, es- tán todo el tiempo moviéndose. Yo no sé cuándo en la historia colonial de los pue- blos indígenas no han estado luchando. Hay un sector que poco lucha cuando se trata de la expropiación de los pueblos indígenas, y son los sectores urbanos y la clase media. Se mueven para otras cosas, sí, pero no para la lucha de los pueblos indígenas. Debido a la formación colonial de nuestras sociedades, estas clases que se benefician del trabajo de las poblaciones indígenas, negras y campesinas no están siendo tocadas en esos intereses. El día en que ya no tengan comida, que no les lle- guen los tomates, la carne, el pan, a sus mesas, ahí se darán cuenta de que el tra- bajo de los que están siendo expropiados todos los días tiene sentido. Entonces la lucha de estos colectivos o de la gente que vive en el área urbana, es otra. Buscan in- clusión o la construcción de la democracia que no ha funcionado hasta el momento, pero no están luchando por lo que hace la vida y que ha estado cargado en manos de indígenas, mujeres y gente del campo. No se están dando cuenta de que las bases de su propia existencia están siendo aniqui- ladas, que está siendo aniquilado todo lo que posibilita la vida. “Un patriarcado colonial es aquel que se establece en el sometimiento no solamente de las mujeres sino de la población indígena y negra, pero además reconfigura las relaciones sociales”. “Las luchas que solamente se articulan frente al Estado son muy limitadas. Porque estas agendas no permiten crear ese marco político más revolucionario que nos permitiría hacer o buscar otras formas de hacer política, de relacionarnos, de pensar la vida entre todas y todos”. P.18 P.P. / Nº10 2018

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