Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

el tiempo se conforme con las voces de las múltiples sujetas. Es un quehacer político de todas y para todas. Yo no concibo un feminismo que busque incluir. No, yo a ese no me quiero incluir. ¿Usted cree que el feminismo en Lati- noamérica se ha podido o no hacer cargo de esas interseccionalidades, o más bien es un feminismo que ha estado siempre mirando hacia el norte, haciaOccidente? -Amí me parece que sí, efectivamente el feminismo en Latinoamérica es el feminis- mo de la igualdad de cara a la desigualdad que existe entre hombres y mujeres. Es un feminismo que cobra mucho sentido para muchas mujeres en Latinoamérica, princi- palmente para aquellas que no son indíge- nas y tampoco son negras, ni tampoco em- pobrecidas. Porque su condición se parece mucho a la de las mujeres europeas y sus luchas también. Ellas no están luchando por una condición de subordinación racial o étnica que las despoja junto a sus pue- blos, están luchando por una condición de inclusión, de igualdad. Y estas feministas latinoamericanas que han tenido mucha relación con las europeas y las norteameri- canas han pensado, igual que ellas, que sus emancipaciones son para todas las mujeres. En principio de lo que no se dan cuenta, o no se quieren dar cuenta, es que no to- das las mujeres tenemos las mismas luchas. Y cuando se dan cuenta, algunas sí toman consciencia de la problemática y buscan re- plantear una nueva forma de hacer feminis- mo. Pero otras no. Porque consideran que su posición de vanguardia es la que debe regir a todas las mujeres y en esa medida es un feminismo colonial. Entonces mucho del feminismo de vanguardia en Latinoa- mérica es un feminismo colonial. Patriarcado colonial Para entender el concepto de patriarcado colonial, dice Aura Cumes, hay que remi- tirse a su recorrido histórico. Con la colo- nización de América, asegura, arriba a estas latitudes la forma de patriarcado establecida en Europa, producto de 300 siglos de per- secución a las mujeres, con la caza de brujas, la Inquisición, la persecución de los acusa- dos de herejes; al mismo tiempo que se da la expulsión de moros y judíos, los campe- sinos son expulsados de sus tierras y los ne- gros son esclavizados. Lo que se forma ahí es un patriarcado que se va a concentrar en la categoría de hombre blanco = ser huma- no, dice Cumes, y que llega a Latinoaméri- ca para regir las relaciones sociales posterior a la época colonial, porque es el estilo de organización política que se impone. -Un patriarcado colonial es aquel que se establece en el sometimiento no solamente “Si una lucha pretende incluir es desde ya elitista. Ese es uno de los graves problemas que tenemos con el feminismo blanco o el feminismo colonial, que considera que sus aspiraciones son las de las mujeres de todo el planeta o que recoge la problemática de todas las mujeres del planeta, y en eso piensan incluir a las demás. Una lucha así va a ser necesariamente reducida e impositiva”. de las mujeres sino de la población indíge- na y negra, pero además reconfigura las re- laciones sociales. No es lo mismo en la con- figuración de las sociedades colonizadas ser mujer blanca que ser mujer indígena; ser hombre blanco que ser hombre indígena. Ese patriarcado colonial que piensa la na- turaleza como mujer sometida y despojable es el que va a configurar las sociedades has- ta ahora. Ese lugar que las mujeres blancas habían adquirido en Europa con la Inqui- sición, ese lugar de subordinación por ser mujer va a transformarse en tierras indias, porque aquí va a tener un lugar de superio- ridad racial en tanto blanca. Es decir, que la humanidad perdida durante la Inquisición se va a recuperar cuando encuentre otros más “inferiores”. Y de cuyo sometimiento, ella resulte privilegiada. Estas especificidades son también las que van configurando estas nuevas formas de articular el feminismo desde Latinoamé- rica, ¿Cómo surge esta respuesta?. -Yo creo que el feminismo en Latinoa- mérica no logra entender eso. Me parece que hay que salir un poco del feminismo colonial para poder entender ese tipo de configuraciones. Lo que pasa es que cuan- do estamos dirigidas por una sola lucha, en muchos casos nuestro mirar no es muy am- plio. La posición político ideológica desde múltiples lugares es lo que nos permite una visión más plural de la realidad. Lo digo porque me parece muy curioso que las fe- ministas hablen muy poco de otras formas de dominio como el colonial, o sobre lo que ha implicado la esclavitud para las so- ciedades que hemos heredado, o el racismo actual entre mujeres. Lo mismo digo de los movimientos indígenas o de los movimien- tos negros: cuando sólo se habla desde un solo lugar es muy difícil ver la pluralidad y las formas de dominación. Sí, pareciera que en Latinoamérica nuevamente se está dejando de lado el tema indígena, el tema racial. Se em- P.17 Nº10 2018 / P.P.

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