El testimonio : 1972-1982 : (transformaciones en el sistema literario)

II. ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE EL TESTIMONIO EN CHILE. La historia literaria chilena, desde sus orígenes, muestra un discurso constituido por un conjunto de obras que relatan el de­ sarrollo del proceso histórico de la formación nacional. Es por tanto un discurso de historia verdadera, aunque escrito mayorita riamente en sus orígenes desde la perspectiva del invasor impe­ rial hispano, y que se inserta a su vez corno una rama de continui dad del discurso cultural europeo peninsular. Sin embargo, con esos elementos funda un nuevo universo, desde la fundación misma de un espacio geográfico hasta la descripción de sus hombres, sus luchas, la globalidad de la vida en que invasores e invadidos se encuentran y se enfrentan para dar origen a la nación chilena.(12) Desde las Cartas de Pedro de Valdivia, La Araucana, y el conjunto de los textos históricos, hasta una obra como el Cautiverio Fe­ liz, hay no sólo un continuum en relación al carácter histórico y "(documental del discurso, sino en la mirada desde la cual se constituye el universo de sentido histórico. Se hace, por cier­ to, necesario precisar en cada período las particularidades del proceso productivo, y los grupos productores; sin embargo, en términos muy generales y en gruesas líneas de desarrollo no en­ contramos un grupo significativamente nuevo sino hasta el perío­ do histórico de las guerras de ruptura del pacto colonial. En este momento clave para la formación de la nacionalidad, se gene ra un tipo de texto literario clave también en el proceso de for macíón de la narrativa testimonial chilena. La obra de Juan Egana : El Chileno consolado en los Presidios, de 1826, y La Fer- nandina, poema satírico que relata en verso y sin la mediación~ mística religiosa los mismos episodios que aquel, pueden ser con siderados los primeros testimonios chilenos, textos elaborados ~ desde una situación nacional y que descansan sobre toda una tra­ dición literaria nistórico-documental del proceso de formación nacional desde sus orígenes. Aún más importante señalar es la conciencia para sí de la obra en cuanto testimonio, revelada por Egaña en la carta a su hija que introduce su relato. De nuestros historiadores de la literatura nacional y estudio­ sos, sólo Hernán Díaz Arrieta y Raúl Silva Castro se han preocu­ pado del estudio de este corpus literario documental. El prime­ ro en su libro Memorialistas Chilenos, y el segundo en su Panora­ ma Crítico de la~Titeratura* Chilena (13). Ambos autores, sin embargo, al carecer de un avance teórico sobre este tipo de lite­ ratura, y específicamente al carecer de cualquier concepto de

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