La industria cinematografica chilena : desafios y realidades

mínimum garantizado a cuenta de lo que produzca una película: ese es el otro sistema y en ese sistema el distribuidor local entia a correr bastantes riesgos, paga un royalty para explotar la pe- lícula por 3 ó 4 ó 5 años en Chile, paga enseguida el costo de la copia. 2 ó 3 copias, paga el ma­ terial de publicidad, incluido afiches, fotografías. El distribuidor afronta todo el problema de censura y todo el problema de publicidad. Juntados estos tres costo: royalty, copias, fletes, de­ rechos de aduana > publicidad, el distribuidor está haciendo un papel anónimo, pero de un enorme riesgo y costo, porque si no logra recuperar, el productor no le devuelve un centavo del mínimum garanti/ado que le envió. El distribuidor tiene primero que recuperar su royalaty, recuperar el costo de copias, costo de publicidad, y el neto va a un porcentaje. En el primer caso, cuando el distribuidor no pone una garantía de un royalaty o de copia, sino solamente Hetes. derechos de aduana y gastos de publicidad, ahí los porcentajes pueden ir desde un 25, 30, 35 ó 40% máximo para el distribui­ dor En el segundo caso, cuando el distribuidor da un mínimum garantizado para la distribución de la película y costea el valor de las copias, los porcentajes dependen de la calidad, o de la im­ portancia de la película, l'no sabe desde antes, en cierto modo, cuándo una película tiene im­ portancia o tiene comercialidad Entonces tos porcentajes se discuten, y van de un 40 a 60% pa­ ra el distribuidor, cuando éste anticipa un mínimum garantizado y el valor de copia. Enseguida viene la tercera forma de distribución, es cuando va el distribuidor, compra afue­ ra una película y corre todos los riesgos, paga un mínimum garantizado, paga el valor de las co­ pias, corre con el riesgo de la publicidad, v en su manóse depositan todos los costos y el exhi- bidor no arriesga nada, absolutamente nada, ni el productor ni nadie; solamente ese ser que apa­ rentemente puede ser aprovechador o molesto que es el distribuidor, es él quien está corrien­ do con todos los riesgos En el primer caso no corrió riesgos, pero puso su trabajo, su tiempo, su disposición y su organización: sus gastos permanentes y de empleados, donde mínimum tie­ nen que haber 6 a 8 personas. En el primer caso tiene un gasto si la película no produjo. En el segundo caso, tiene un mayor gasto porque aseguró un mínimum y en el tercero tiene todo el riesgo. Eso es lo que sucede con respecto a la mecánica de la distribución independiente de pe­ lículas extranjeras. Ahora, qué pasa con la distribución de la película nacional, de la película chilena. El caso es más o menos parecido. Al productor chileno le es difícil poder buscar o canalizar la comer­ cialización de una película si no es mediante un distribuidor, porque él podrá ir a uno o dos teatros de estreno en Santiago y hacer ese esfuerzo Y fuera del estreno, de ahí seguir en las otras localidades, puede hacerlo, pero puede hacerlo por una película, y resulta que el director o el productor empleó un año de tiempo en dedicarse a producir la película, y para poder dis tribuir, o sea vender su película al consumidor, hablemos en términos bien corrientes, al detalle al público, tendría que andar de teatro en teatro y no es la labor ni del productor ni la del di­ rector. No lo es porque lo vaya a rebajar, es por un problema de tiempo, es por un problema de organización, es por un problema de conocimientos de ciertas cosas que hay que manejar; se lle­ ga a los dueños de los teatros, a través del distribuidor, con quien se manejan las alternativas pa­ ra poder obtener una buena programación y un buen porcentaje para el distribuidor, el cual se traspasa al productor, cobrando el primero sólo un tamo por ciento por su legítimo trabajo, lo cual previamente ha sido acordado. Seguramente los que me conocen están pensando que la mayor parte de los circuitos que los directores y productores necesitan son propiedad de los distribuidores. Yo les digo que sí; nos liemos convertido obligadamente en exltibidores porque el mercado chileno, siendo que el nivel cultural de Chile es magnífico y con el número de habitantes que tenemos y todo lo de más. por circunstancias casi kafkianas que no vale la pena aquí mencionar, el mercado se ha ido comprimiendo, se ha ido reduciendo. Entonces cada día los cines son menos, cada día las posi-

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