Aluviones y resiliencia en Atacama : construyendo saberes sobre riesgos y desastres

Aluviones y resiliencia de Atacama. Construyendo saberes sobre riesgos y desastres 258 La necesidad de atender la integridad de los más pequeños en medio de la situación de dificultad que se vivió, alentó el esfuerzo de consolidar un equipo de trabajo que en ese contexto de educación facilitara recursos y herramientas a las educadoras, puesto que ellas junto con otras figuras significativas representarían para los niños y niñas modelos a seguir en términos de comportamiento. Así pues, decidimos embarcamos en el conocimiento que estos actores so- ciales, especializados o no en la temática, generaron en términos de intervención y de apren- dizaje; conocimiento que debe ser compartido porque representa un eje de referencia para el futuro, pero además permite discurrir acerca de las carencias con las que aún se enfrenta el contexto educativo en este tipo de situaciones. El presente documento recoge la experiencia de una intervención post-desastre enfocada en el fomento de la resiliencia en la educación inicial en Chile, asumiendo que la escuela se configura como una de las fuentes fundamentales en la promoción de la resiliencia tanto en las familias como en los y las estudiantes inmersos en ellas (Pérez, 2006). 2. Marco de referencia 2.1. Resiliencia El aproximarse y enfrentar una situación adversa involucra resiliencia, una capacidad humana universal, donde confluyen capacidades y fortalezas, que permite a los seres humanos hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas (Grotberg, 1995). Esta capacidad subyace a recursos internos de ajuste y de afrontamiento, reforzando los factores protectores frente a las situaciones riesgosas, requiere de acción, solidaridad y sentido (Aron & Martínez, 2011). De acuerdo con el modelo de resiliencia adaptado por Richardson, Neiger, Jonson & Kum- pfer (citados en Godoy, 2010), se otorgan distintas posibilidades de reintegración, es decir, cuan- do un individuo se expone a la adversidad inmediatamente confronta sus factores protectores versus sus factores de riesgo; si nuestros factores protectores individuales y ambientales no lo- gran amortiguar el estrés y los riesgos se producirá una ruptura significativa en la vida en rela- ción a como se concebía inicialmente. En ese sentido los factores protectores que resultan reforzados tras un proceso resiliente, representan el antitético positivo de los constructos de vulnerabilidad y de los factores de riesgo, mientras la resiliencia puede ser entendida desde una mirada individual, los factores protecto- res son tanto de naturaleza individual (constitucionales y psicológico), como de naturaleza am- biental (familiares y sistemas externos de apoyo) (Masten & Garmezy, 1985) y su función radica en actuar como moderadores, un muro de contención que recibe el impacto del estímulo estre- sante sin que impida al individuo, en este caso los niños y las niñas, ser capaces de recuperar su estado de normalidad (Borbarán, Contreras, Estay, Restovic & Salamanca, 2005). Por otra parte, la acción como factor necesario de la resiliencia hace referencia al rol activo que el afectado debe asumir en el proceso de recuperación, ya sea para sí mismo o en pro de los cercanos afectados; la solidaridad como segundo factor determinante involucra la percepción de acogimiento por una comunidad más amplia, que le genera sentimiento de importancia y preocupación, activado por la sensación de conexión con este tipo de redes; finalmente un fac- tor esencial durante la presente intervención sistematizada, el sentido , es decir la capacidad de otorgar un significado al evento ocurrido, permitiendo en tal proceso una re significación de la realidad tanto de la persona como de la comunidad en la que se encuentra inmersa (Aron &

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