Aluviones y resiliencia en Atacama : construyendo saberes sobre riesgos y desastres

13 Prólogo Gabriel Easton, Sonia Pérez Tello y Paulina Aldunce Ide La vida en Atacama ha sido históricamente habitada por movimientos. La relación entre la na- turaleza y las comunidades, con su desierto y sueños de riqueza, con su cultura e historia, se ten- siona delicadamente en un constante fluir entre ocupaciones y adaptaciones. Las características ambientales de la región son tan particulares y extremas, como lo son sus cualidades sociales, por lo que es imposible, para un análisis que pretenda rigurosidad, dejar de considerar alguno de ambos aspectos. Atacama, el gran confín, la frontera del desierto absoluto, habitada desde hace milenios por culturas que se atrevieron a explorar sus extensas pampas y serranías, a asentarse en sus es- trechos valles y su vasto litoral, se sitúa en la transición entre el clima semiárido que caracteriza al Norte Chico, y la aridez extrema del Norte Grande de nuestro país. Ya desde las primeras ex- ploraciones de los conquistadores europeos en adelante, los fértiles, angostos y frágiles valles de Atacama constituyeron remansos desde donde se emprendieron las pesquisas de sus riquezas minerales, de oro y plata primero, cobre y hierro después, a la vez que puerto de embarque para la conquista de las desoladas pampas salitreras del desierto más árido de nuestro planeta, hacia el norte. Esta voluntad de persistir y sobreponerse a condiciones extremadamente desfavora- bles, muchas veces también a la indolencia de la administración central, es probablemente lo que más ha marcado la historia de Atacama, una “ voluntad de dominio sobre la naturaleza hostil que la rodea , una voluntad de vencer al desierto” 1 . Una voluntad capaz de emprender y tornar productivos parajes descampados, a la vez que levantarse con sueños de libertad, participación y democracia, de horizontalidad y comunidad, tal como lo hiciera su pueblo contra el conservadu- rismo central en los albores de nuestra República, así como en otras ocasiones después. Es esa misma voluntad, la que ha sido puesta a prueba numerosas veces a lo largo de su historia a raíz de las distintas catástrofes naturales que la han impactado. Es esa misma vo- luntad la que una vez más fue puesta a prueba el 25 de marzo de 2015 (25M), cuando severos aluviones causados por lluvias inusualmente intensas, bajaron por decenas de quebradas, y es- pecialmente por los ríos Salado y Copiapó, causando la muerte o desaparición de cuarenta y siete personas, más de treinta y cinco mil damnificados, miles de viviendas destruidas o daña- das, perjuicios en la infraestructura pública y privada, colapso de la red vial básica y de servicios como la electricidad, el agua potable, la red de alcantarillado, el aislamiento de zonas pobladas y el inminente peligro de una crisis sanitaria 2 . Un episodio que vino a mostrar, una vez más, la condición de vulnerabilidad estructural de su población ante amenazas naturales propias de un desierto imperecedero pero dinámico, como el de Atacama. Atacama posee también ciertas cualidades específicas en cuanto a la vulnerabilidad social de su población. De ser la tercera región del país con menor presencia histórica en pobreza de ingresos, su posición cambió radicalmente al considerar otras dimensiones como el trabajo y la 1 Edmundo Reyes, Visión panorámica de Atacama, en Problemas Regionales de Atacama , Universidad de Chile, 1957. 2 Plan de Reconstrucción Atacama , Gobierno de Chile, 2015. Aluviones y resiliencia de Atacama. Construyendo saberes sobre riesgos y desastres

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