Coloquio democracia y participación universitaria

Coloquio Democracia y Participación Universitaria [ 80 ] es un derecho social, en el sentido de que si recibimos indistintamente una educación de buena o de mala calidad, no está la cancha nivelada para elegir en una diversidad de opciones. En ausencia de ello surge la necesidad de esta- blecer un sistema público que sí lo asegure legítimamente. Por esto es que somos más cercanos a la idea de excelencia por sobre la idea de calidad. Excelencia en el sentido de poner de manifiesto la importancia de la vinculación universitaria con el destino de la sociedad, por medio de dos factores fundamentales que hoy realizan pocas universidades en Chile, por lo general las tradicionales que han tenido bastos años de experiencia, como son la investigación y la extensión cultural y artística. Esos puntos vienen a determinar los resultados que uno espera de un modelo educativo general y que precisamente han quedado bastante al margen del modelo, por las pre- ponderancia de instituciones que realizan solamente docencia y específica- mente en áreas que son funcionales al mercado y siempre dependiendo de los costos de la carrera y la rentabilidad que se tiene en la búsqueda de una oferta laboral, por ejemplo. Y cuesta que la sociedad actual comprenda la existencia de instituciones de servicio público que orienten su quehacer a áreas del co- nocimiento que no son tan rentables para el mercado. Es que es necesario poder vincular la participación estudiantil y en general de la comunidad universitaria en las instituciones públicas, con los desafíos de mantener una educación de excelencia en sus servicios y en los resultados. En ese sentido, quiero expresar la concepción de democracia, primero, como un sistema de control interno nacido desde la comunidad universitaria. Algu- nos plantean incluso extender la idea de comunidad universitaria más allá de los tres estamentos tradicionales -estudiante, trabajador docente, no docen- te-, a la comunidad que rodea a la universidad o a los ex alumnos, etcétera. Esto genera una sensación, obviamente, de sentido de pertenencia del estu- diante, ya no como cliente, ni consumidor, sino como accionista, en el senti- do de ser partícipe de la institución universitaria. Es necesario entender que la democracia deliberativa, en los diferentes pro- cesos históricos, se ha propuesto como una herramienta, como un arma de la resistencia al modelo social imperante, pues se entiende a la universidad como un instrumento de dominación social. Desde ese enfoque es que el es- tudiantado invoca la herramienta de la democracia para torcer o redefinir el lugar que la universidad tiene en la sociedad. Y es por eso que se genera una tremenda tensión interna entre quienes tienen la idea de que la comunidad debe participar en estas decisiones y quienes tienen una visión más autorita- ria o más conservadora. Entendemos la democracia como una herramienta para llevar a la universi- dad hacia el cambio social que se demanda, concibiéndola como vanguardia de los cambios, de los movimientos sociales, y como un espacio democrático que debe tomar decisiones entre sus estamentos en tres líneas fundamenta- les: primero, en política universitaria, definiendo a sus autoridades desde las más altas hasta los consejos de carrera; segundo, en la administración econó- mica de la universidad, estableciendo primordialmente las prioridades para la distribución del presupuesto; y, tercero, decisiones en cuanto a los planes y programas académicos de investigación. Nosotros, como Universidad de Concepción, tenemos una experiencia his- tórica bastante rica en este contexto. Si bien en las últimas décadas post dic-

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